EVANGELIO DOMINICAL

Solemnidad de la Ascensión del Señor


Lecturas: Hechos 1,1-11 / Salmo 46,2-3.6-9 / Efesios 1, 17-23 / Marcos 16, 15-20

Botón homilético – Francisco Quijano

• «Jesús de Nazaret, ungido con Espíritu Santo y poder, pasó haciendo el bien». Este es el testimonio que dieron Pedro y mucha gente acerca de Jesús.

• Haciendo el bien: se acercaba a gente afectada por distintos males; acogía en su amistad a pecadores y mujeres de mala vida; enseñaba con sabiduría los caminos de Dios…

• Consumió su vida haciendo presente a su Padre en medio de la gente; comunicó de modo sobreabundante la vida de Dios, su amor; acabó entregando su vida por amistad con todos.

• Este testimonio de lo que hizo y enseñó lo guardaron como memoria viva las primeras comunidades y lo que pusieron por escrito los evangelistas.

• Es lo que se proclama todos los días, especialmente los domingos, al leer públicamente los relatos evangélicos: la memoria viva de las primeras comunidades que perdura en el tiempo.

• Pero, ¿es eso solamente? ¿Solo memoria viva? ¿Recuerdos imborrables? ¿Qué fue de esa vida de Jesús tan enriquecedora? ¿Se perdió todo con su muerte?

• La resurrección de Jesús es garantía de que su vida no se ha perdido, pero es inútil imaginar algún lugar donde se conserva como en un museo o unos anales: ha sido transformada, divinizada.

• Jesús vive en una dimensión inalcanzable para nuestras facultades y aspiraciones limitadas. Esa es la paradoja que se expresa en un prefacio pascual: «Inmolado ya no muere más, muerto vive para siempre».

• ¿Muerto vive para siempre? San Pablo lo dice en una súplica: «El Dios de nuestro Señor Jesucristo, Padre de la gloria puso todo bajo sus pies y a él lo constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud del que lo consuma todo en todo».

• La vida toda de Jesús, su persona, igual que nuestra vida toda, quienes somos cada cual con las relaciones que hemos tenido con los demás, todo en todo, alcanza y alcanzará su plenitud en Dios. Esto es lo que celebramos en la Ascensión del Señor.

• Ilustración del Evangeliario siriaco de Rábula del siglo VI

 

• • 

 

Claves para la homilía – Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: La experiencia de la resurrección de Jesús provoca un gran impacto en los cristianos de la primera hora. - Roma, año 70: Los discípulos están convencidos de que Jesús está vivo, y son perseguidos por el Emperador por comunicar esa vivencia.

• Sentido Al “final del Evangelio de Marcos”, se pueden distinguir, entre otras, estas tres palabras:

• Envío (16,15-16). El envío universal. La finalidad del anuncio del Evangelio a toda la creación, busca que la gente adhiera a la persona de Jesús, se bauticen y se salven. La amenaza a los “incrédulos”, puede referirse a la pérdida del sentido de la existencia, al no crecimiento personal o a la obstinación culpable en contra del amor al prójimo.

• Signos (16,17-18). Los signos salvadores. Al percibir tan nítidamente el amor de Dios, los seguidores del Nazareno usan a veces un lenguaje simbólico, vecino a la exageración Su mensaje es: La aceptación de la Buena Nueva permite que aparezcan más signos de vida en la tierra, como la reorientación de las mentalidades deshumanizantes, la generosidad en el amor, la valentía frente a los peligros, el crecimiento de la confianza, y la práctica de la solidaridad (Cf. Mc 16,17-18; Hch 5,15; 19,11-12; 28,4-5).

• Ascensión (16,19-20). El mensaje de la Ascensión de Cristo, afirma que Dios Padre lo hace Señor de la Historia, esto es, que "lo exalta gloriosamente a su diestra. Lo colma de la fuerza vivificante de su Espíritu. Lo establece como Cabeza de su Cuerpo, que es la Iglesia, y lo constituye Señor del mundo" (Puebla 195). A la vez Jesús está cerca y colabora con los suyos.

Pascua Semana VII – Lunes (aquí)