Evangelio de San Marcos 10,17-27
• «Jesús se puso en camino». La expresión tiene un significado doble. Histórico: desde la confesión de fe en Cesarea, Jesús se encamina a Jerusalén para cumplir su misión. Espiritual: seguir a Jesús es camino, seguirlo a él es un itinerario de fe.
• El episodio del hombre que quiere seguir a Jesús suele aplicarse a la vida religiosa, pero tiene un alcance más amplio: trata del sentido de la vida. Ese sentido, ¿consiste en poseer y acumular o en agradecer y compartir?
• Lo primero que poseía ese hombre no eran sus riquezas materiales, sino sus méritos como cumplidor fiel de todos los mandamientos y se gloriaba de cumplirlos desde joven.
• Era también muy rico. Envuelto como estaba en sus riquezas, no solo le fue imposible ser generoso con los pobres, sino también dejó a Jesús, dejó su ilusión de heredar la vida eterna y se embargó de tristeza.
• Vivir envuelto en la riqueza de los propios méritos y de copiosos bienes adquiridos o heredados es una vida encerrada dentro de una esfera dorada que carece de sentido, lleva insensiblemente a la depresión.
• Jesús rompe esa esfera con tres sentencias. La primera: «Nadie es bueno sino solo Dios». Esta es la que da sentido al episodio, pero no solemos reparar en ella. Ser una persona buena comprende todo lo que podemos desear. Y esa bondad Dios nos la comunica.
• Segunda sentencia: «¡Qué difícil es para los ricos entrar en el Reino de Dios!» Si tu deseo es ser una persona buena, si solo Dios puede colmar ese deseo, ¿para qué quieres acumular bienes que no van a saciar tu deseo?
• Tercera sentencia: «Para los hombres es imposible, pero no para Dios, para Dios todo es posible». Todo lo que deseas para ser una persona buena no podrás alcanzarlo, si Dios no te lo da. Vivimos envueltos por la gratuidad de Dios de quien procede todo bien.
• Estas sentencias revelan el sentido de la vida, que es la gratuidad. Gratuidad de Dios mismo, gratuidad de sus dones, gratuidad de la solidaridad con los demás, gratuidad de compartir tu vida que es tu mejor bien y todos tus demás bienes.
Lectura: Primera Carta de Pedro 1,3-9
Este escrito, atribuido al Apóstol Pedro, es probablemente de mediados de los años 90 y se dirige a los cristianos perseguidos en tiempos del emperador Domiciano. La atribución a Pedro tiene como propósito poner el escrito bajo su autoridad.
Los tres párrafos iniciales son: una bendición que puede adoptarse como oración personal (vv. 1-5). Sigue una exhortación a perseverar alegres en la fe en medio de la persecución con la esperanza del encuentro definitivo con Cristo Jesús. El tercer párrafo explicita una característica de la fe: amar a Cristo y creer en Él sin verlo.
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Reflexión – Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Muchos dirigentes judíos piensan que la riqueza es señal de bendición y premio por el cumplimiento de la Ley; además, consideran la pobreza como un signo del abandono y de la maldición de Dios. - Roma, año 70: Seguir a Jesús, en medio de la persecución, y a la vez buscar la seguridad en posesiones externas, no conduce al bien de los seres humanos, sino a un gran fracaso.
• Sentido El tema del Evangelio es “el seguimiento de Jesús y las riquezas”. En él se pueden detectar estos aspectos:
• Joven avaro (17-22). Solo Dios es absolutamente bueno; Jesús se considera como un ser humano, corriente, normal. El joven es al mismo tiempo de buena intención, pero avaro y codicioso. Los mandamientos que Cristo le recuerda, son los de la segunda tabla, es decir, los que se refieren al prójimo, no los que se refieren directamente a Dios. Esta enseñanza es exclusiva de Jesús. Para cualquier judío, los mandamientos importantes eran los de la primera tabla. “Solo te falta una cosa”: Al joven le falta seguir a Cristo, que es más que cumplir unos mandamientos; es buscar la plenitud personal y la de todos los seres humanos. El muchacho desea superarse, pero su corazón está demasiado amarrado. Le cuesta liberarse de las seguridades externas. El desenlace del encuentro es triste. Lección: El ideal de ser ricos cuesta sacrificio a muchos. Si se acepta la mirada del Señor, cambia nuestra vida: comenzamos a compartirnos nosotros mismos, como Jesús, y nuestra práctica permite que los pobres empiecen a ponerse de pie.
• Peligro de las riquezas (23-27). “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!”: Las riquezas en sí no son buenas ni son malas. Ojalá todos tuviéramos lo necesario para vivir. Lo que impide alcanzar una meta verdaderamente humana, es la búsqueda de seguridad en la obtención de riquezas, o en el cumplimiento de la Ley. Ante lo que dice Jesús, los discípulos se sorprenden: “Entonces, ¿quién podrá salvarse?” (gr. “sôthênai” = subsistir): Se preguntan: ¿Quién podrá mantener una vida verdaderamente humana, si se opta por una vida sencilla y se abandona el ideal de ser ricos? Así cobra sentido la respuesta del Maestro: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios”. Mensaje: Cuando las riquezas se convierten en un absoluto, y no se usan para que todos compartan la vida, ellas pasan a ser un impedimento para la humanización: incapacitan para oír la Palabra de Cristo y el clamor de los pobres.
Semana VIII: Martes (aquí)
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