Lecturas: Levítico 19,1-2.17-18 / I Corintios 3,16-23 / Mateo 5,38-48
Botón homilético: Francisco Quijano
• «Yo les digo que no hagan frente al que les hace mal». En la situación presente en México, y en otras partes, Nicaragua, por ejemplo, estas palabras de Jesús parecen una invitación a vivir el amor en tiempos de la cólera.
• «Abrazos, no balazos», es la consigna en México contra el crimen organizado. Parecen hacer eco a las palabras evangélicas. Hasta se ha dicho de forma irresponsable por la autoridad que esa es una conducta evangélica.
• El crimen brutal contra la familia LeBaron y tantísimos más, los atroces asesinatos de mujeres en México, los 140 mil homicidios dolosos cometidos en cuatro años del régimen actual, más que en 6 de los regímenes anteriores, escalan los interrogantes acerca del Evangelio de hoy.
• «Ojo por ojo, diente por diente», es una norma ancestral escandalosa, parece azuzar la venganza. No fue así, era todo lo contrario: poner límite a la venganza desenfrenada. Si te sacan un ojo y quedas tuerto, tú no le saques los dos a quien te lo sacó y lo dejes ciego.
• Este no es un buen remedio contra la violencia, pero era el único que había. Su carácter absurdo se hace patente. En México hay una espiral de venganza cruel entre narcos, de alevosía y saña en los crímenes, especialmente contra las mujeres.
• Hay una tenue línea divisoria entre la contención de la violencia para garantizar el orden público y el exceso en el uso de la fuerza por quienes deben defender el orden público. El error grave de la autoridad pública en estos casos tiene un doble carácter.
• Uno es el exceso de la fuerza pública al contener y perseguir la violencia, violando a su vez derechos humanos. Otro es la cobardía y el embuste de la autoridad que invoca criterios evangélicos para abstenerse de cumplir su responsabilidad de garantizar seguridad y paz a la población.
• Convengamos: cuando hay agentes violentos que amenazan la vida de la gente, subvierten el orden público, desatan una violencia desenfrenada, ocupan el territorio y extorsionan, como sucede en México, la autoridad del Estado tiene obligación de garantizar la seguridad de los ciudadanos. Eso no está en disputa.
• Lo que se cuestiona es que solo con la fuerza bruta no se puede contener la fuerza bruta; se cuestiona el imaginario paranoico de ver enemistad y amenazas por doquier; se cuestiona la actitud recelosa y defensiva frente a los demás. Estamos viviendo en un ambiente que da pábulo a esta visión.
• ¿Cómo oponerse al crimen en cualquiera de sus formas, sin valerse solo de las fuerzas del orden? ¿Que oponer a la violencia del narco, a los asesinatos dolosos, al insulto constante y las acusaciones infundadas de la autoridad, como sucede en México? Erradicar la impunidad, que es la madre de todos los crímenes, es una de las políticas necesarias.
• Pero no basta. ¿Cómo se conjugan estas medidas de orden público con el mensaje de Jesús? Él te dice: «Tú trata de hacer el bien, a quien te pida dale, no vuelvas la espalda a tu prójimo». Eso es lo que te corresponde. ¿Es posible? Lo hizo Jesús, lo han hecho muchos seguidores suyos y mucha gente buena.
• ¿Y las autoridades del estado, qué les corresponde hacer? Acabar de raíz con la impunidad, comenzando por la que ellas mismas propician o de la cual gozan; hacer justicia a las víctimas de los crímenes aplicándola a los criminales; garantizar la paz con los medios con que cuenta un estado de derecho. Y callarse, dejar de insultar y azuzar el encono.
Lecturas: Levítico y I Corintios
• El capítulo 19 del Levítico presenta una variedad de preceptos de índole religiosa, moral y social. No todos son vigentes hoy en día. Sí lo es la exhortación inicial: «Sean santos como yo soy santo». Lo son también los preceptos relacionados con el prójimo: no robar, no explotar al prójimo, no maldecir, no cometer injusticias en los juicios, y otros.
• Estos preceptos con respecto al prójimo son el meollo de la santidad. Se resumen en el precepto que Jesús recuerda cuando se le pregunta por el principal mandamiento (Mt 22,36-40). Él responde: «Amarás al Señor tu Dios... Y el segundo es igual al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
• Pablo termina su exhortación a la unidad en la comunidad de Corinto con una sentencia que se pude leer en relación con las otras dos lecturas de hoy. ¿En qué se sustenta, para quienes creen en Dios, la integridad y dignidad de las personas? «Si alguien destruye el santuario de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el santuario de Dios, que son ustedes, es sagrado».
• Jan Brueghel el Viejo (1568–1625): El Sermón de la Montaña
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Claves para la homilía: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Los escribas y fariseos cumplían escrupulosamente la Ley, y acusaban a Jesús de no observarla. - Antioquía (Siria), año 80: Cristo es más que Moisés, porque invita a dinamizar la letra de las leyes, basándose en la amistad y el amor por todos (cfr. Mt 5,20).
• Sentido Los temas del Evangelio son inquietar al agresor y superar la ira con el amor:
• Antítesis sobre la “Ley del Talión”: “Ustedes han oído que se dijo: «Ojo por ojo y diente por diente». Pero Yo les digo que no hagan frente al que les hace el mal” (5,38-39ª; cfr. Ex 21,24). La Ley del Talión se basaba en el criterio de retribución proporcional: “haz lo mismo que te hacen”; de este modo la venganza no debía sobrepasar a la ofensa o daño causado; representó un progreso frente a la anterior Ley de Lamek (cfr. Gn 4,23-24). El amor y la ira son impulsos básicos de la persona humana; no se pueden eliminar; si así fuera, se destruiría a la persona; la ira es un amor incompleto, pues se queda ciegamente en lo defensivo, sin propiciar nada nuevo. A los discípulos, que son agredidos por gente de fuera de la comunidad, Jesús les propone como ideal reorientar la ira. Lección: Hay personas que piensan que por tener ira están faltando; sin embargo, Jesús no faltó cuando tuvo ira ante las injusticias: recuerda, cuando Él expulsó a los vendedores del templo (Mt 21,12-13; cfr. Jn 2,13-16).
• Ejemplos de cómo reorientar la ira: “Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra….” (5,39b-42). En este ejemplo, el Señor no dice quedarse con los brazos cruzados, ni tampoco responder con la misma agresión, sino, sin suprimir la Ley del Talión (“No piensen que vine para abolir la Ley”, Mt 5,17), realizar signos que reorienten la ira, para encontrar nuevas soluciones. En otras palabras: Si contribuye a la felicidad de todos, el discípulo demostrará al agresor su disposición a renunciar, incluso a los propios derechos, dejándole en claro que lo hace voluntariamente. Cuando el texto menciona “poner la otra mejilla”, “dejar el manto”, “caminar dos kilómetros”, “no volver la espalda al peticionario exigente” (Mt 5,39b-42), no está dando normas, sino ofreciendo indicaciones o ejemplos de gestos voluntarios, que el discípulo puede utilizar, para inquietar la conciencia del agresor e invitarlo al cambio o conversión. (Para el caso similar al interior de la comunidad, cfr. Mt 5,22-26). Mensaje: Pídele al Señor en la oración que te sugiera actitudes, gestos y símbolos para inquietar la conciencia del agresor.
• Antítesis frente a una enseñanza de entonces: “Ustedes han oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y odiarás a tu enemigo. Pero Yo les digo: Amen a sus enemigos...” (5,42-47). Los líderes religiosos enseñaban: «Amarás a tu prójimo» y “odiarás a tu enemigo” (Mt 5,43). La primera parte está en el Lv 19,18 y se entendía más bien limitada a los pertenecientes a Israel; la segunda parte, el odio al enemigo, no está en la Biblia, sino en la regla de los monjes esenios de Qumrán; de ahí los maestros la extienden por las sinagogas de Palestina; su base es: los no pertenecientes a Israel son idólatras y, por tanto, enemigos de Dios… Para Jesús, hay que disponerse, desde el interior, a amar a todos los seres humanos sin distinción, porque así se llega a ser hijos e hijas de Dios (“Pero Yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores”, Mt 5,44). “Amen” no significa “sientan ahora pleno afecto”, porque el corazón no se manda como la mano, sino tratar de neutralizar, equilibrar y orientar el odio interior, que brota naturalmente con el agravio. Hacerle un favor y ayudarlo, si es necesario. “Rueguen por sus perseguidores”, equivale a orar por quien me ofende, es decir, pedirle a Dios el bien para ese ofensor, porque Él ama a todas las personas. Cristo ofrece como modelo la actitud de Dios Padre (“Así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque Él hace salir el sol sobre malos y buenos, y hace caer la lluvia sobre justos e injustos”, Mt 5,45). Esto significa: primero, que Dios Padre, con su infinito amor, convoca a la felicidad a todos los seres humanos, sin hacer diferencias ni distinciones, con apertura total; y, segundo, que los discípulos han de ir haciendo suya la actitud del Padre, para llegar a ser “los Hijos de Dios” (cfr. Mt 5,9b). Hacer lo contrario, es negar en la práctica la paternidad de Dios (“Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿Qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos?”, Mt 5,46-47). Los “publicanos” trabajan por una felicidad superficial, al juntarse por intereses económicos. Los “paganos” significan el común de la gente, que, por lo general, se preocupan solo de su familia, y no de la Felicidad que Dios desea y ofrece para todos. En resumen: Jesús pide cultivar la actitud de Dios Padre, para con todos los seres humanos. Lección: Desapegarnos del prestigio, el dinero y el poder, ayuda a encontrar la imagen de Dios Padre en nuestros corazones.
• Síntesis de la primera parte del Sermón del Monte: Caminar hacia la perfección. “Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo” (5,48). En el amor a los enemigos se va verificando si caminamos o no hacia la perfección. Esfuércense en ir canalizando en el ahora el amor pleno y perfecto del Padre. Dios es Padre de todos los seres humanos, porque actúa con todos como un Padre; pero no todos los seres humanos son plenamente sus hijos, porque no todos son colaboradores de Él con sus actitudes. Mensaje: Para nosotros, los seguidores de Jesús, la perfección consiste en no ser sectarios sino abiertos en la amistad y el amor.
• Simone Martini (1283-1344) San Martín de Tours y el mendigo
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