EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 1º de Cuaresma


Lecturas: Génesis 2,7-9;3,1-7 / Romanos 5,12-19 / Mateo 4, 1-11

Botón homilético: Francisco Quijano

• El pueblo judío vivió en su historia la crisis de asumir la libertad que Dios le había dado: dudó de ese Dios, quiso volver a su condición de esclavo, pasó la prueba del exilio, en ella reconoció que el Dios Único Creador llama a la libertad a la humanidad toda.

• En la escena de las tentaciones de Jesús se representa el trance de toda criatura humana ‒de nuestra humanidad‒ de vivir una libertad que nos conduce más allá de servidumbres, fascinaciones, dominaciones.

• ¿Y qué es ser libre? ¿Qué hacer para ser libre? En la Leyenda del Gran Inquisidor de Dostoievski, el prelado increpa a Jesús: «Quieres ir por el mundo con las manos vacías, predicando una libertad que los hombres, en su estulticia e ignominia naturales, no pueden comprender, una libertad que los atemoriza».

• Las tentaciones de Jesús son prueba de nuestra libertad. Él las padeció toda su vida y las venció: no tenía nada, dependía de los demás; no usó un aura divina para engatusar a la gente; rehusó el poder, derrochó amor.

• Dice un himno antiguo: «Siendo de forma divina, no arrebató cual botín ser igual a Dios; antes se vacío de sí y tomó forma de esclavo, semejante a los hombres; se presentó como uno cualquiera y se rebajó obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz» (Flp 2,6-7).

• ¿Qué significa este misterio de la humanidad de Jesús? Que se jugó su libertad como cualquiera, no quiso hacer de su divinidad un botín como en la tentación que presenta el Génesis, se la jugó en lo que constituye la realización de la libertad: el amor.

• Es la libertad del amor. Amor de Dios que no compite con nuestra libertad sino la asume y la lleva más a lá de sí. Amor de comunión que reconoce la singularidad de cada libertad en el encuentro con las demás. Amor en el que se realiza la plenitud humana como un don entregado al riesgo de nuestra libertad.

• El Gran Inquisidor apostrofa a Jesús: «Cuando te dijeron, por mofa: “¡Baja de la cruz y creeremos en ti!”, no bajaste. No quisiste someter al hombre con el milagro, porque deseabas de él una creencia libre, no violentada por el prestigio de lo maravilloso; un amor espontáneo, no los transportes serviles de un esclavo aterrorizado».

• Con la lectura de Dostoievski sobre las tentaciones de Jesús, no se puede soslayar la incidencia que tienen en un fenómeno político de actualidad: la adhesión ciega, incondicional, de mucha gente a líderes populistas que le prometen el oro y el moro.

 

Lecturas: Génesis y Romanos

• Las tentaciones de Jesús son la clave para interpretar el relato del primer pecado en el libro del Génesis. Este pecado no es una transgresión original cometida por una pareja primerísima, que se transmite a la humanidad por generación. Así lo entendió san Agustín y su lectura ha marcado hasta nuestros días este episodio y una comprensión no del todo acertada de la fe.

• El meollo del relato es una ambición que es aneja al ejercicio de nuestra libertad: yo tengo el dominio de mis actos y puedo hacer de mi vida lo que quiera. En ese hacer lo que yo quiera, puedo reconocer que soy un don de Dios y en el encontraré mi felicidad, o pretender que soy la divinidad y darme como yo quiera la felicidad. ¿Quién padece esta tentación? Tú, yo, cualquiera, se dé cuenta de ello o no. Ese es nuestro predicamento. Jesús te dice como enfrentarlo.

• San Pablo razona sobre este predicamento. Su discurso adopta la visión tradicional del judaísmo y del cristianismo primitivo acerca del pecado de Adán. Esta visión tradicional tiene un elemento que no es de fe: Adán no es un personaje histórico. Adán, y de rebote Eva, no mencionada en Génesis 3 ni en Romanos con ese nombre.

• Adán, viene del vocablo hebreo adamah que significa suelo, tierra. El ser humano no es solo adamah, tierra; en él Dios insufla un aliento de vida, ese aliento en hebreo se dice ruaj. San Pablo dice que el ser humano puede quedar dominado, y de hecho queda dominado, por su materialidad y eso lo lleva a la muerte. Pero por el don de Dios en Jesucristo, la humanidad toda es rescatada de la materialidad del pecado y de la muerte, para vivir en la justicia y la gracia: «donde abundo el pecado sobreabundó la gracia».

• La leyenda del Gran Inquisidor (aquí
• Lectura teológica de las Tentaciones y la Transfiguracion de Jesús (aquí)

 

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Claves para la homilía: Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: La escena de la “prueba” o “tentaciones en el desierto” es una recapitulación de la experiencia de Cristo, puesta en los inicios de su ministerio (cfr. Mt 16,22-23; 14,22-33; 27,39-44). - Antioquía (Siria), año 80: Israel, al pasar por el desierto, tuvo tentaciones y sucumbió. Sin embargo, Jesús, que encarna al nuevo pueblo, pasó por las mismas tentaciones, y no cayó en ellas.

• Sentido El tema del Evangelio son las “tentaciones de Jesús en el desierto”. Según la Biblia, la tentación es “poner a prueba” a una persona para que se desoriente, se salga de su camino, no acierte con el objetivo de su maduración, no crezca desde dentro. No lograr la plenitud querida por el Dios vivo es el único pecado. No debemos esperar que desaparezcan las tentaciones: son inherentes a nuestra condición humana y, por tanto, son normales; emergen de nuestra condición de creatura con capacidad de elegir, de optar, de construirnos como personas, de ser libres para... En el texto de Mateo, la tentación se manifiesta de tres maneras:

• Cambiar las piedras en pan (4,3-4). Es decir, “comprar el pan”, tomado como un absoluto, no puede ser el objetivo último del ser humano… (cfr. Ex 16,4; 1 R 19,8). Si el consumo, que incluye necesidades básicas y superfluas, se acepta en forma total como un ídolo, vuelve a las personas egoístas, oprimidas y antisolidarias. El Nazareno elige el camino, que humaniza: "El hombre no vive solamente de pan". Cuando la felicidad y el sentido de la vida, que permiten también el crecimiento de los otros, se convierten en la meta humana, nuestro peregrinar es una búsqueda, una lucha, un superar “el pan y el circo”. Lección: Una de las grandes tentaciones de nuestro tiempo es el “tener dinero”, para vivir lo más cómodo posible, olvidando el bien común de la familia y de la ciudadanía.

• Tirarse desde una altura (4,5-7). Humanamente equivales equivale a cultivar la “vanagloria”, esto es, la jactancia y la presunción de los propios méritos o cualidades, haciendo a Dios deudor de nuestra propia voluntad; teológicamente corresponde a fabricarse y adorar la imagen de un dios desencarnado, un ídolo desligado de la humanización de todos (cfr. Sal 91,11-12; Ex 17,7; Dt 6,16). El Maestro no siente necesidad de arrojarse desde el alero del templo para probar que Dios es Amor: descubre que la presencia de Dios en su interior, es la señal del Amor incondicional del Padre hacia todos y cada uno de los seres humanos; según Él, sobra el espectáculo para probar su mesianismo, porque el Dios Liberador es el mismo Dios Creador, que sigue trabajando por el bien de todos. Moraleja: Cuando estamos en problemas, a veces somos “milagristas”, vale decir, buscamos soluciones fáciles, esperamos que Dios lo arregle todo, sin nuestra participación ni concurrencia. Otras veces tratamos de manipular a Dios, de utilizarlo, recordándole una citación bíblica para que actúe espectacularmente.

• Adorar a Satán (4,8-10). Esto es, pactar con el ídolo del poder (cfr. Ex 23,24ss; Dt 34,1-4). Jesús elige ir por el camino del servicio, fiándose de Dios que cuida a los lirios y a los gorriones. Vivir mandando y sin hermandad, no da felicidad. "Retírate, Satanás" (cfr. Mt 16,23; Dn 6,13). Mensaje: En el poder, por muy sagrado que aparezca, no se manifiesta Dios, sino el diablo. Dios se comunica solo en el servicio, en la entrega a los demás, en el amor. Optemos como Jesús por el servicio para favorecer el crecimiento de todos los seres humanos.

⦁ Sandro Botticelli (1445-1510): Tentaciones de Cristo, 1481-1482 en la Capilla Sixtina

Cuaresma I: Lunes (aquí)