Lecturas: I Samuel 16,1.5-7.10-13 / Efesios 5,8-14 / Juan 9,1-41
Botón homilético: Francisco Quijano
• Estupendo relato de San Juan con una intensidad dramática notable. Hay que leerlo completo. Está enmarcado por dos sentencias de Jesús: «Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo» (v.5). «He venido a este mundo para un juicio: para que los ciegos vean y los que ven queden ciegos» (v.39).
• Estas dos sentencias confieren a la sanación del ciego una dimensión simbólica trascendente. El relato da cuenta de varios juicios contradictorios: quien está sometido a juicio es el ciego sanado, son sus padres, es Jesús, son los judíos... y eres tú también, es nuestra humanidad.
• El ciego que recobra la vista da testimonio de los hechos, de su sanación, y lo hace contra la ceguera de los fariseos y la evasión de sus padres por temor a los judíos.
• La gente, sorprendida, duda de los hechos. Los fariseos, que no pueden negar los hechos, se enceguecen y arremeten contra el hombre sanado, lo expulsan de la sinagoga.
• Quien se halla en medio del drama es Jesús. Lo que está en juego no es solo lo que aparece en la escena. Es el trance en que nos encontramos todos ante la luz que nos permite ver la realidad y dar cuenta o testimonio de ella.
• «Yo soy la luz del mundo». Esta declaración es la clave en la sanación del ciego y de la sanación de nuestras cegueras. «Yo he venido para un juicio». Juicio que es crisis, parteaguas, separación, quienes dicen «Sí», quienes dicen «No». ¿Dónde me encuentro, en el «Sí»? ¿en el «No»? Pero, ¿de qué «Sí» y qué «No» se trata?
• Jesús indica de qué juicio se trata: «He venido para que los ciegos vean y los que ven queden ciegos». Juicio, crisis, toma de posición de cada cual, actor o espectador del drama: se nos invita a tomar posición frente a los hechos, frente a quien proclama: «Yo soy la luz del mundo».
• Esta crisis es también reconocimiento de la luz primordial en la primera creación: «Que exista la luz. Y la luz existió». La sanación del ciego con lodo evoca la imagen de la primera creación. Luz, arcilla, visión: es una parábola viva de la recreación de nuestra humanidad.
Lecturas: I Samuel y Efesios
• La elección de David y su unción como rey de las tribus del sur del país, a cuya monarquía se unirán las del norte, tiene como centro y sentido estas palabras: «Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón».
• El pasaje está en consonancia con el Evangelio por la relación remota de la unción con aceite en la cabeza de David y la untura de los ojos del ciego, pero sobre todo por el efecto de esta: ver con claridad la realidad y la penetración de la mirada de Dios en el corazón.
• Ambas disposiciones requerimos para vivir en la verdad en un mundo en el que con frecuencia la verdad se halla oscurecida o distorsionada: ver las cosas como son y tener un corazón recto, ajeno a los prejuicios y lo odios.
• De esta condición de transparencia, veracidad, sinceridad, rectitud de corazón, lealtad, confianza, trata san Pablo al decir: «Ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la luz».
• En virtud de esta luz, san Pablo invita a mostrar sus frutos: bondad, justicia y verdad; y a poner en evidencia opacidad, mentiras, engaños, simulaciones, imposturas, embustes.
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Claves para la homilía: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Para el Jesús histórico, la vida de las personas tenía más valor que el cumplimiento de la Ley del Sábado. - Jerusalén, año 100: Creer en Jesús hace germinar en nosotros el Amor de Dios, e irradiarlo como Luz hacia las otras personas. El seguimiento de Cristo permite que las Tinieblas decrezcan desde nuestro interior.
• Contenido El tema del Evangelio es “La sanación del ciego de nacimiento”. El relato es principalmente simbólico, construido sobre una doble oposición: la Luz y las Tinieblas. “Estar en la Luz” es experimentar la Vida Plena, participar del Amor de Dios, y gozar de la Libertad. “Permanecer en las Tinieblas” es sumergirse en la Muerte, subsistir en el Desamor, y habituarse en la Esclavitud. El camino para superar esta bipolaridad es adherir a la persona de Jesús y vivir su Evangelio (Jn.8,12). Todos somos ciegos hasta que aceptamos la Luz: Jesucristo. El texto puede dividirse en tres partes:
• Sanación y cambio del ciego (9,1.6-9). Jesús no rechaza al ciego, no tiene miedo de acercarse a él, incluso lo toca: “Hizo barro con la saliva, y lo puso sobre los ojos del ciego” (9,6). Después de lavarse en la piscina, el ciego comienza a ver y a adquirir madurez personal: “Él decía: "Soy realmente yo" (9,9c). Lección: Todos los ciegos, enfermos y discapacitados tienen una dignidad inherente, previamente dada por Dios, anterior al reconocimiento que le pueda hacer una sociedad determinada; cuando ellos toman conciencia de su dignidad y la sociedad los respeta, ellos crecen personalmente.
• Interrogatorio del ex ciego y división entre los fariseos (9,13-17). “Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos” (9,14). Para Jesús, el enfermo vale más que el sábado. El hecho desconcierta a los dirigentes judíos, porque relativiza sus presupuestos, prejuicios y premisas. Interrogan al ex ciego y se dividen entre ellos. “Entonces dijeron nuevamente al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?" El hombre respondió: "Es un profeta". Ellos le respondieron: "Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?" Y lo echaron” (9,17.34). Los fariseos no quieren aceptar el Amor de Dios Padre, manifestado en Jesús; excomulgan al antiguo enfermo, y ellos se quedan encerrados en su Ley, en su prestigio y en su poder. Moraleja: A veces los dirigentes y poderosos abusan de su autoridad queriendo someter a riguroso control aduanero todas las manifestaciones del Espíritu, sobre todo si los beneficiarios pertenecen a las clases humilladas.
• Diálogo y adhesión del antiguo ciego a Cristo (9,34 -38). El ciego no tiene miedo de expresar lo que piensa ante los jefes. Ha experimentado la Luz, tiene que salir de la sinagoga. Los fariseos lo expulsan, porque prefieren la Ley al crecimiento humano; Jesús lo busca. El relato termina con la aceptación libre de Jesús por parte del antiguo ciego. Mensaje: Ser participantes de la luz obliga a caminar iluminando, poniendo en evidencia las obras de las tinieblas, denunciándolas, para que se caiga en la cuenta de la oportunidad de ver que se ofrece a todos.
• El Greco (1541–1614): Sanación del ciego de nacimiento
Cuaresma IV: Lunes (aquí)
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