Lecturas: Hechos 8,5-8.14-17 / Salmo 65,1-7.16.20 / I Pedro 3,15-18 / Juan 14,15-21
Botón homilético – Francisco Quijano
• Ausencia y presencia: este es uno de los veneros en las palabras de Jesús en la Última Cena. Él está allí presente, pero se ausentará. Estará ausente, pero se hará presente. «Un poco y ya no me verán, otro poco y me verán» (Jn 16, 16) ¿Es un juego de palabras?
• Jesús tuvo una vida mortal de treinta y tantos años, escasos tres fueron de exposición pública: mucha gente lo vio y escuchó, unos lo siguieron, otros lo condenaron. Hubo atisbos de quién era él. Pero su identidad última escapó a sus contemporáneos.
• Después de su resurrección, pudo intuirse quién era él. ¿Un profeta? Sí y más. ¿Un mesías, ungido de Dios, rey, jefe? Sí y más. Dice Jesús: «Yo estoy en mi Padre». En otros lugares dice: «Yo y el Padre somos uno», «El Padre está en mí y yo en el Padre» (Jn 10,30.38).
• Estas palabras reflejan quién era él y, a la vez, cómo sus primeros seguidores reconocieron su identidad última: Jesús es Hijo de Dios, es «Logos» (en griego) «Palabra» (en español) del Padre, Dios igual a Dios, Dios de Dios (como dice el Credo).
• Ese Dios, Padre e Hijo, es Amor, habita en nosotros: «Yo estoy en mi Padre, ustedes están en mí y yo en ustedes». Más adelante de manera enfática: «Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos sean también uno en nosotros».
• ¿Cómo es esta presencia en ausencia de Jesús? Es presencia del amor que todo lo envuelve. Amor fraterno: «Ámense unos a otros». Amor de Jesús: «Como yo los he amado». Amor a Jesús: «Si me aman, guardarán mis mandamientos».
• Por sobre esta irradiación horizontal de amor, el Espíritu de Amor lo envuelve todo: «Yo pediré al Padre y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes».
• «Paráclito», en griego «παράκλητος» es decir: Abogado, Defensor, Consolador, Valedor. Es el que está siempre a tu lado: el Espíritu de Verdad que permanece en ti y está en ti.
• El Espíritu de Amor es nuestra esperanza. Él es vida de Dios en nosotros, prenda de felicidad eterna: Él es Consolador. Él es Audacia, Él es Fortaleza frente al futuro, Él es Defensor, Él es Inteligencia, Él es Sagacidad para sortear emboscadas: Él es Abogado.
Lecturas: Hechos y I Pedro
• La persecución contra los seguidores de Jesús en Jerusalén propicio la expansión del anuncio de la fe a Samaría y el norte de la región. Felipe, uno de los diáconos, predicó en Samaría y muchos se convirtieron.
• Para confirmar a estos creyentes en la fe, Pedro y Juan bajaron Samaría para y pidieron a Dios que les otorgara el Espíritu Santo. El Espíritu fue quien suscitaba la fe por la predicación de los apóstoles y diáconos.
• «Estén siempre prontos a responder a quien les pida razón de su esperanza». Estas palabras de la Carta de Pedro son un buen ejemplo de la gracia del Espíritu Santo como Abogado y Defensor. ¿Qué esperanza es esta? ¿Qué razón podemos dar de ella? Nuestra esperanza es el mismo Espíritu. Dar razón de nuestra esperanza es irradiar el Espíritu de Amor que habita en nosotros y que es prenda de la vida futura.
• Sawai Chinnawong (Ratchaburi, Tailandia 1959) Espíritu Santo
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Claves para la homilía - Julián Riquelme
• Contexto Palestina, año 30: Jesús participó con sus discípulos en una cena un día de la semana, en que murió. Por su carácter de despedida, ellos la convirtieron en una cena entrañable. Jerusalén, año 100: Los cristianos de finales del siglo I imaginaban ser inferiores a quienes habían conocido al Jesús histórico. Sin embargo, gozan de una presencia más poderosa de Cristo.
• Sentido El tema del Evangelio es La Presencia de Dios en la comunidad cristiana. El texto se puede dividir en tres partes:
• El Espíritu de la verdad es la fuerza fundamental de la Iglesia (14,15-17). El Espíritu Santo es el principal defensor y abogado, que Jesús ha regalado a sus discípulos/as. La Comunidad-Iglesia ha de apoyarse sobre todo en Él, y no tanto en el poder, ni en el dinero, ni en el prestigio. El Espíritu Santo entrega la misma Vida de Dios, que es Amor, desde nuestro interior. Lección: El “amor” es lo único, que se despliega en toda clase de solidaridad y entrega a los demás.
• Jesús relaciona a los discípulos con el Padre (14,18-20). La comunión de Vida con Cristo se describe en términos de visión. Al participar de la misma Vida de Dios, de la que Jesús participa, los bautizados/as experimentarán una profunda comunión con Jesús y con Dios. Por eso, al amar ellos, es el mismo Dios quien ama. Moraleja: Si abrimos nuestro corazón al Espíritu Santo, Él defenderá, de manera eficaz, la causa de la humanización desde dentro de cada uno de nosotros.
• Cada bautizado/a es morada del Padre y de Jesús (14,21). En el Antiguo Testamento la presencia de Dios se daba en un lugar: la tienda del encuentro o el templo. Ahora cada miembro de la comunidad es tienda, hogar, cercanía de Dios. El Padre y Jesús vienen a vivir con el discípulo/a. Mensaje: Para que esta presencia crezca es necesaria la práctica del único mandamiento de Jesús: “Ámense unos a otros como Yo los he amado” (Jn 13,34). Esta práctica ha de superar los muros psicológicos entre las personas, y las estructuras sociales inhumanas entre los distintos grupos culturales.
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