EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 27º durante el año


Lecturas: Isaías 5,1-7 / Filipenses 4,6-9 / Mateo 21,33-43

Botón homilético - Francisco Quijano

• La parábola de los viñadores homicidas tiene carga profética expansiva (como granada de fragmentación, permítase la comparación): el relato mismo, su sentido histórico, su aplicación a Jesús, su significado actual.

• El relato es dramático in crescendo: se inspira en escenas de violencia que provienen de las revueltas de campesinos galileos contra latifundistas extranjeros.

• La primera interpretación es de Jesús: los viñadores homicidas son las autoridades judías de su tiempo que quisieron apoderarse de la viña del señor y de sus frutos. La viña pasará a otras manos.

• El sentido cristológico es obra de las primeras comunidades cristianas: el hijo del dueño de la viña asesinado es Jesús, piedra desechada por las autoridades judías, que Dios reivindica resucitándolo para ponerlo como piedra clave de una humanidad nueva.

• El sentido actual recae en nosotros: ¿Seremos como las autoridades judías a quienes se descarta para entregar la viña a otros? ¿Aceptaremos a Jesús como piedra angular de una humanidad nueva? ¿Queremos esa humanidad nueva fundada en Jesús?

• Esta parábola, como las demás, queda abierta a nuestra interpretación. La piedra angular en la construcción de una humanidad nueva es Jesús: ¿Construiremos sobre esa piedra o la desecharemos?

• Los sucesos violentos, que forman parte de algunas parábolas, resultan de pronto repulsivos para nuestra sensibilidad y, peor aún, contados por Jesús en sus enseñanzas. ¿Qué pueden decirnos? ¿Tienen algún sentido?

• Sentido, no lo tienen, son actos inhumanos, repulsivos e injustificables. Pero el caso es que, en la vida real, en los sucesos de cada día en México y otras partes, la violencia parece haber establecido su dominio.

• ¿Cuántos homicidios ocurren a diario en México? Un promedio que va de 75 a 90 o más. ¿Cuántas masacres con descuartizamiento de cadáveres a la semana? ¿una, dos, tres o más?

• Si lo que se cuenta en las parábolas nos parece repulsivo, ¿no habría que repudiar la violencia real en el país? ¿Qué hemos de hacer para repudiarla efectivamente y erradicarla? ¿No rebaja nuestro nivel de humanidad, de sentido de lo humano, dejar que la violencia se naturalice en nuestra vida como sino nada grave sucediera?

• Cada vez es más evidente que las iglesias, sus autoridades, las feligresías, toda persona con mínimo sentido de humanidad, algo deberíamos hacer. Iniciativas, las hay. Pero se necesitan muchas más para erradicar la violencia y su naturalización en la vida diaria.

 

Lecturas: Isaías y Filipenses

• El pasaje de Isaías es un hermoso poema lírico, un cántico en loa de la viña del Señor, es decir, su pueblo santo. Este poema es una de las claves de inspiración de la alegoría de la vid y los sarmientos en el Evangelio de Juan (c 15) e, indirectamente, en la parábola evangélica.

• ¿Qué hacer contra la violencia? Al menos contar con lo que Dios nos ofrece y hacer lo que está a nuestro alcance.

• San Pablo manifiesta este deseo: «La paz de Dios, que supera todo lo que podemos pensar, cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús».

• Junto con este deseo, exhorta a que lo hagamos efectivo con nuestra conducta: «Ocúpense de cuanto es verdadero y noble, justo y puro, amable y loable, de toda virtud y todo valor».

 

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Claves para la homilía: Julián Riquelme

 Contexto. Palestina, año 30: Después de la “purificación del templo”, los sacerdotes protestan en forma airada... Jesús hace una dura crítica a los dirigentes religiosos. -  Antioquía (Siria), año 80: A partir de la destrucción de Jerusalén el año 70, algunos han interpretado esta parábola como si la Iglesia hubiera tomado el lugar del «nuevo Israel». Sin embargo, el Reinado de Dios no es de la Iglesia. No pertenece a la jerarquía ni a los teólogos. Su único dueño es Dios Padre.

 Sentido Estamos ante la “alegoría de los viñadores homicidas”, donde, a cada elemento metafórico, corresponde un elemento real. He aquí los ejes principales del relato:

 Elementos de la alegoría. En el texto, la "viña" es el antiguo pueblo de Israel; el "dueño" representa a Dios, que es el único Señor de la vida humana y de la tierra; los "viñadores" simbolizan a los líderes religiosos judíos de entonces; los "servidores" son figura de los antiguos profetas; y el "hijo" es el Mesías Jesús. Leeción: Separar a Dios de los seres humanos, es crear ídolos externos, que propician el individualismo y no el crecimiento comunitario.

 Dos procesos en crecimiento. Por un lado, Dios extrema los cuidados para con su pueblo (a la "viña" le construye un "cerco", un "lagar", y una "torre de vigilancia"); desea intensificar la vivencia de la Alianza (doble envío de "servidores"); y decide hacerse especialmente presente en medio de los suyos a través de su hijo Jesús. Por otro lado, el pueblo se aleja de su Dios, principalmente a causa de los dirigentes injustos (violencia contra los "servidores" y asesinato del "heredero" de la viña). Moraleja: Si en nuestro interior descubrimos alguna queja contra Dios, no hemos entendido nada de lo que Dios es para nosotros, y nuestra relación con Dios es inadecuada.

 Diálogo al final de la alegoría. Cristo formula dos preguntas a la conciencia de sus interlocutores: Desea el arrepentimiento y la conversión de ellos. Así quienes tienen mentalidad judía no seguirán frustrando la vocación del pueblo: Anunciar el Mesías a todas las naciones (cf. Mt 21,40-42; Lc 2,32). Mensaje: Cuando en nosotros falta la autocrítica, podemos confundir indebidamente los derechos de Dios con nuestros propios derechos.

• Actualización: ¿Y nosotros? Como nuevo Pueblo del Señor, los bautizados y bautizadas somos hoy la "viña" elegida, cuidada, amada. Se espera de nosotros frutos del Amor, de justicia, de misericordia, de lealtad y de solidaridad, porque vive entre nosotros Jesucristo, el Mesías, el Ungido de Dios. Su Reinado no está encadenado a ninguna nación, raza o esquema de vida de un pueblo, sino que debe abrirse permanentemente a los otros (cf. Mt 21,43; 2 Tm 2,9). Interrogante: Estamos produciendo hoy “los frutos” que Dios espera de su pueblo: ¿justicia para los marginados, solidaridad, compasión hacia quienes sufren, perdón…?

Semana XXVII: Lunes (aquí)