EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 3º de Pascua


Lecturas: Hechos 3,13-15.17-19 / I Juan 2,1-5 / Lucas 24,35-48

Botón homilético – Francisco Quijano

• Los discípulos están hablando de lo sucedido a dos de ellos en Emaús. Jesús irrumpe: «¡La paz esté con ustedes!». Ellos se espantan, tiemblan de miedo, creen que es un fantasma. La presencia inesperada de Jesús los sobrepasa.

• Él les advierte: «¿Por qué se aterran? ¿por qué les vienen esas dudas? Vean mis manos y mis pies, soy yo. Tóquenme y vean, un fantasma no tiene carne y huesos, como ven que yo tengo. Y les mostró las manos y los pies. Pero era tal su gozo y asombro, que no acababan de creer».

• Para corroborar que no es un fantasma, les dice: «¿Tienen aquí algo de comer? Le ofrecieron un trozo de pescado asado. El lo tomó y se puso a comer delante de ellos».

• El relato acentúa un contraste: Jesús es una presencia real, no un fantasma ni una alucinación. Jesús comunica paz y serenidad a sus discípulos. Estos, en cambio, imaginan un fantasma, se aterran, dudan, se asombran, sienten un gran gozo... pero no acaban de creer.

• ¿Por qué será así? ¿Por qué el evangelista narra la experiencia de esta manera? Una experiencia, por cierto, que él no vivió. Esto se lo contaron y él trató de escribirlo lo mejor que pudo (ver el comienzo de su escrito).

• Todos los relatos de encuentro de Jesús resucitado con sus discípulos, mujeres y varones, se despliegan en la ambigüedad: presentan a Jesús con imágenes realistas y a la vez etéreas y fugaces o que provocan confusión. Las reacciones ante su presencia son de temor y duda y a la vez de gozo y admiración.

• En medio de esa ambigüedad, aparece finalmente la certeza de que Jesús vive, no está muerto. Pero ese Jesús vivo sobrepasa las expectativas de quienes lo conocieron en vida y estaban ciertos de su muerte en cruz.

• Jesús murió y vive, fue crucificado y resucitó, fue sepultado y ya no está entre los cadáveres. ¿Cómo se puede ser testigo de estos hechos que no caben en ninguna expectativa humana? La muerte, y más una muerte en cruz, es definitiva.

• Estos relatos son únicos en toda la literatura. Su propósito es mostrar que el Jesús que vivió en Palestina y murió crucificado es el mismo que se está vivo. Por eso se insiste en mostrar las heridas de la cruz que son llagas gloriosas.

• Este es el misterio que develan y a la vez encierran estos relatos. Jesús resucitado, el hecho de la resurrección a la vida de un ajusticiado en cruz, sobrepasa toda capacidad humana de comprensión y toda disposición afectiva a creer en ese hecho.

• Así sucede porque, en la resurrección de Jesús, una realidad finita, mortal, destruida por un acto criminal, su condición humana, al resucitar no accede a otro mundo superior o distinto de este, sino que entra en Dios, la divinidad, que no es otro mundo sino lo que sobrepasa todo, es una realidad de ningún mundo.

• Jesús resucitado, ese hombre nacido de María en carne mortal, vive en Dios, es Dios, su carne mortal es carne divinizada, no carne que recuperó una vida finita. Eso sería reencarnación, más no resurrección.

• Ludwig Wittgenstein dice en el Tractatus (6.522): «Lo inexpresable, ciertamente, existe. Se muestra, es lo místico». Estos relatos de resurrección muestran lo místico. Son el género literario inventado para expresar lo que no se puede expresar, en la vena del filósofo vienés.

 

Lecturas: Hechos y Primera Carta de Juan

• Lucas presenta la predicación de Pedro a raíz de la sanación del paralítico que pedía limosna a la entrada del Templo. Pedro le dice: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te lo doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, levántate y camina.

• El sermón de Pedro es particularmente incisivo en señalar la responsabilidad de los judíos en la condenación y muerte de Jesús, «a quien entregaron y rechazaron ante Pilato, que había sentenciado ponerlo en libertad… Dieron muerte al Señor de la vida. Pero Dios lo ha resucitado de la muerte».

• Juan afirma, como lo hace repetidamente, que conocer a Dios en verdad es cumplir sus mandamientos. Estos, como sabemos, se reducen al amor, amor de Dios y amor del prójimo. Al amar, conocemos a Dios, que es Amor.

• William Blake (1757–1827): Cristo resucitado se aparece a los apóstoles

 

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Claves para la homilía – Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: A los discípulos les costó aceptar que Jesús, tras su muerte, estaba vivo, Resucitado. - Grecia, año 80: El sentimiento interno, iluminado por la fe, pudo más que la racionalidad de los discípulos: ¡Jesús es el Mesías y está vivo! Así lo percibieron los primeros cristianos.

• Sentido La “Aparición del Resucitado en Jerusalén”, ofrece fundamentalmente dos aspectos:

• Ayuda (Lc 24,35-41). La ayuda del Señor a los suyos. Los discípulos tienen miedo, se alarman y dudan: ¿No se tratará de la aparición de un “espíritu”, un difunto, un fantasma? (24,37). Jesús los invita a mirar y palpar la realidad de su cuerpo; les da ánimo. Cuando quienes siguen a Cristo sienten alegría, se preguntan: ¿Es una realidad o una ilusión? (24,41). Entonces el Señor come pescado asado delante de ellos. Así propicia el reencuentro de Él con los suyos. Lección: Hay muchas actitudes humanas que obstaculizan la fe; por ejemplo, nuestro infantilismo o fanatismo espiritual, nuestro escepticismo o indiferencia y el individualismo radical: carecen de lo fundamental para disponerse al encuentro personal con Cristo resucitado, esto es, la apertura humilde ante el sentido de la existencia.

 Paradigma (24,44-46). El Resucitado enseña a los suyos a hacer de la Pascua el “modelo de análisis” de la realidad, sea personal, colectiva o universal. La necesidad de que se cumpla lo escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos, no es para pagar una “deuda” a Dios, sino que es el “camino” para manifestar cuánto ama Dios Padre a los seres humanos. A la luz de la fe en el Mesías, se lee el Antiguo Testamento con sentido de apertura a todos los pueblos. Cristo, después de enseñarles a unir la vida y la Biblia, explica a los suyos que el centro de nuestra fe es su muerte y resurrección, porque su entrega manifiesta el Amor y la Misericordia de Dios Padre por todos. Enseñanza: Solo el amor y la amistad transforman a las personas y les permiten vencer la Muerte.

• Misión (24,47-48). La misión universal de los discípulos. Finalmente, los hace misioneros, para que anuncien su Nombre, es decir, su persona, comenzando por Jerusalén (mundo judío) hasta llegar a todas las naciones. Mensaje: Las comunidades cristianas no son para quedarse encerradas en las capillas o templos ni al interior de las propias familias, sino que tienen que sembrarse en los distintos ambientes del mundo contemporáneo.

• Duccio de Buoninsegna (1260-1318): Aparición de Cristo a los apóstoles con las puertas cerradas

Pascua III: Lunes (aquí)