Lecturas: Deuteronomio 4,32-34.39-40 / Romanos 8,14-17 / Mateo 28,16-20
Botón homilético – Francisco Quijano
• Isaías: «¿Quién ha medido el Espíritu del Señor? ¿Quién le ha sugerido su proyecto? ¿Quién le aconsejó para entenderlo, para que le enseñara el camino exacto?»
• Job: «Yo, que nada comprendía, puse en duda tu providencia. Hablé de cosas que no entendía, de maravillas que superan mi comprensión».
• Pablo en Corintios: «¿Quién puede conocer lo íntimo del hombre sino el espíritu humano dentro de Él? Del mismo modo, nadie conoce lo íntimo de Dios si no es el Espíritu de Dios».
• Pablo en Romanos: «¿Quién conoce la mente de Dios? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le dio primero para recibir en cambio?»
• Juan: «A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo Único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado» «A Dios nunca lo ha visto nadie. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y el amor de Dios ha llegado a su plenitud en nosotros»
• Tomás de Aquino: «Cuando de algo se sabe que existe, falta por indagar cómo es para llegar a saber qué es. Pero como de Dios no podemos saber qué es, sino qué no es, tampoco podemos considerar de qué modo es Dios, sino cómo no es él» (ST I q 3).
• Tomás de Aquino: «Si bien en esta vida, aun por revelación gratuita, no conocemos qué es Dios, de modo que nos unimos a él como a un desconocido; sin embargo, lo conocemos de manera más plena, en la medida en que se nos muestran muchos y más excelentes efectos suyos, puesto que le atribuimos, en virtud de la revelación divina, algo que la razón natural no logra alcanzar, como el hecho de que Dios es Trino y Uno» (ST I q 12 a 13 ad 1).
• Catalina de Siena «Tú, Trinidad eterna, eres como un mar profundo, en el que cuanto más busco más encuentro, y cuanto más encuentro más te busco».
• Todas estas son expresiones negativas sobre la inmensidad de Dios, insondable e inabarcable, y sobre nuestras ínfimas capacidades humanas. En ese Misterio, envueltos por él, «vivimos, nos movemos y existimos», dijo Pablo en Atenas citando a poetas griegos.
• Jesús: él desentraña esta paradoja acerca del conocimiento del Dios incognoscible con estas palabras: «Felipe, quién me ha visto a mí ha visto al Padre». El Padre Amante, el Hijo Amado, el Gozo de Amar. Este es el Misterio del Dios Incognoscible.
• Sandro Botticelli (1445-1510) Santísima Trinidad
Lecturas: Deuteronomio y Romanos
El libro del Deuteronomio puede considerarse como un memorial exhaustivo de las proezas de Dios en favor del pueblo judío, escrito a lo largo de los siglos VII a V aC, y sirve de marco a la historia relatada en los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes.
En este pasaje, se formula una serie de preguntas para que los lectores y escuchas del libro rastreen en su memoria las huellas de la presencia de Dios en la historia de su pueblo. Así podríamos hacerlo nosotros: rastrear la presencia de Dios en nuestras vidas.
San Pablo dice aquí brevemente lo que explicita en otros pasajes de sus cartas: el Espíritu Santo es la presencia amorosa de Dios en nuestro interior, con el fin de certificar que somos hijos e hijas suyos.
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• Sentido. Al hablar de la “misión universal”, el Evangelio de hoy puede ofrecer los siguientes aspectos:
• La finalidad del envío: “Hagan que todos los pueblos sean mis discípulos” (Mt 28,19b). Evangelizar es avivar la conciencia de la presencia de Jesús en nuestra tierra y en el cosmos; propiciar discípulos no de los discípulos, sino de Cristo; favorecer que las personas se encuentren con Jesucristo, y lo acepten como su Maestro y su Señor.
• La mención de la Comunidad Trinitaria: “Bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt 28,19c). “Bautizar” significa “consagrar”, pues literalmente se agrega “hacia el nombre de”; el bautismo marca la integración de las personas a la Comunidad Trinitaria, y a la Comunidad Iglesia; el hecho que un ser humano, Jesús, por una especial gracia de Dios, forme parte de la Santísima Trinidad, eleva nuestra mirada hacia horizontes insospechados.
• El contenido de la enseñanza: “Enseñándoles a cumplir todo lo que Yo les he mandado” (Mt 28,20ª). Cristo manda unir, siempre y en todo lugar, el amor a Dios y el amor al prójimo. Esto equivale a reinterpretar toda ley, ayudados por el Espíritu Santo, respetando los procesos humanos (Mt cc. 5-7).
⦁ Ilustraciones de la Trinidad, s. XII-XIII y s. XVI
Semana IX – Lunes (aquí)
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