HIMNOS Y SALMOS

Isaías: Buscad al Señor mientras se deje encontrar
— por Jesús Ortiz

Buscad al Señor mientras se deje encontrar,
invocadlo mientras esté cerca;
que el malvado abandone su camino
y el criminal sus planes;
que regrese al Señor, y se apiadará,
a nuestro Dios, que es rico en perdón.

Mis planes no son vuestros planes,
vuestros caminos no son mis caminos,
—oráculo del Señor—.

Como el cielo está por encima de la tierra,
mis caminos están por encima de los vuestros
y mis planes de vuestros planes.

Como bajan la lluvia y la nieve del cielo,
y no vuelven allá, sino que empapan la tierra,
la fecundan y la hacen germinar,
para que dé semilla al sembrador y pan para comer,
así será mi Palabra, que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad
y cumplirá mi encargo.

 

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Este himno, que pertenece al segundo libro de Isaías (55, 6-11), se despliega majestuoso mediante imágenes vivas que transmiten al lector una sensación de esperanza y regocijo en el Señor. El contexto de este himno es el inminente regreso del destierro en Babilonia. El poeta nos ofrece tres temas: 1) la conversión del pecador y la misericordia de Yahvé; 2) la santidad como camino de realización vital del hombre; y 3) La palabra de Yahvé como correlato de la vida humana.

Comentario. El himno comienza con una invitación a buscar al Señor “mientras se deja encontrar”, advirtiendo que se presenta un tiempo de gracia en el que el Señor está dispuesto a la reconciliación. El poeta declara que Yahvé está cerca, no necesariamente con una cercanía física, sino con una actitud favorable hacia todos aquellos que han apartado su corazón de él. El tema de la conversión es el argumento principal. La expresión “volver al Señor” no solamente atañe una conversión moral (actuar con rectitud ética), sino que invita a revivir el amor a Yahvé. Restablecer la relación con el Señor es un alivio para el corazón, puesto que una persona siempre necesita sentirse amada y valorada, y es precisamente Yahvé quien puede, con su misericordia, satisfacer esta necesidad humana. La alianza que el Señor ha establecido con su pueblo es la que garantiza la relación amorosa de Dios con cada miembro de la comunidad, es una alianza escrita en el corazón como pacto de amor mutuo (Os 2,21).

Dios tendrá misericordia de los pecados cometidos, la justicia más alta de Yahvé es el perdón para aquel que reconoce su maldad, la misericordia de Dios es oportunidad para nosotros, es un camino siempre abierto para el que quiera regresar a restablecer la relación amorosa con Dios. El restablecimiento de esta relación es el camino que propone Yahvé para la verdadera realización de la vida: “mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos”. Cuando Yahvé sacó al Israel de Egipto por medio de Moisés, no sólo lo hizo para que fuera un pueblo políticamente libre, sino que lo hizo para poder pactar con hombres libres destinados a ser un “pueblo santo” (Ex 19,6), una santidad es la expresión del plan y camino del Señor. Si Israel salió de Egipto para ser un pueblo santo, entonces la comunidad solo puede mantener su identidad viviendo la santidad, y Yahvé es la referencia última de esta identidad (identidad-con-Yahvé).

La palabra de Yahvé es el correlato de la conversión, ella irrumpe en el corazón del hombre, pero también es correlato de la vida humana. La metáfora de la lluvia que empapa la tierra como elemento de fecundidad y vida, es una imagen que transmite sensaciones de vida y esperanza. La lluvia es una bendición porque devuelve la vida a la tierra, como si tuviera el poder de resucitar lo que está muerto. La palabra del Señor tiene este poder, otorga sentido para el hombre, le da esperanzas y lo envuelve en una relación íntima con Dios. La palabra de Dios no sólo es el correlato de la conversión, sino que también lo es de la vida misma. El hombre comprende quién es y cuál es su destino desde la palabra que sale de la boca de Dios, ella fecunda su vida. Baja a la tierra y regresa a Dios estableciendo un círculo relacional de vida plena (en santidad) y misericordia.

Enseñanza de vida. Este himno nos invita a interiorizar la oportunidad misericordiosa de Dios siempre presente en nuestras vidas. Debemos aprender a discernir los caminos del Señor y saber confiar nuestras vidas en sus manos. El esfuerzo diario de la santidad constituye un camino seguro para acercarnos al don gratuito de la misericordia de Dios. Este himno nos recuerda que debemos tomar la palabra de Dios como un íntimo correlato de nuestras vidas; ella fecunda nuestra existencia cotidiana, nos conforta, nos da esperanza y nos pone en relación con el don gratuito del amor divino.

 

• Claude Monet: Mañana en el Sena, 1898 - Vincent Van Gogh: Nubes y lluvia sobre Auvers, 1890

 

Julio 2015