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● Sentido. Esta es la “Parábola de los trabajadores de la viña”. Se trata de una parábola alegorizada, que está construida con cuatro imágenes:
♦ La autoridad soberana del dueño de la viña (Mt 20,1-2.8). El dueño representa a Dios; la viña hace referencia al antiguo Israel; el mayordomo es figura de Cristo. Para los israelitas, Dios es el único, que puede actuar como Amo absoluto de la historia humana; cualquier otro ser, que pretenda arrogarse tal poder, cometería un sacrilegio. ‒ El texto no alaba la flojera ni la injusticia, porque Dios nunca va contra los procesos de crecimiento humano, sino que los presupone y trata de llevarlos a plenitud.
♦ Los varios turnos de contratados o apalabrados (Mt 20,3-7). A los primeros grupos se les promete un jornal; a los últimos no se les habla del pago, aunque se presupone que van a recibir algún pequeño salario. Desde la lógica humana, no hay ninguna razón para que el dueño de la viña trate con igual deferencia y Amor a todos los trabajadores: esto no ocurre generalmente en las sociedades humanas; sin embargo, Dios es el único que puede actuar así, porque Él es el Amor Absoluto. ‒ Si tomamos conciencia de que Dios está dentro de cada uno de nosotros, en todo ser humano y en el universo, no tiene sentido buscar como primera prioridad la retribución o el pago.
♦ El jornal completo comenzando por los últimos (Mt 20,8-10). El “denario” o jornal, que es el sueldo completo de un día, simboliza el llamamiento gratuito a la comunión divina. La frase: “Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más”, contiene la clave, el punto de inflexión, el quiebre en el proceso lógico de la narración. El pago se inicia por los últimos contratados, para describir mejor las murmuraciones de los otros jornaleros y resaltar la actitud generosa del dueño. ‒ Hoy nuestra primera prioridad debiera ser el compartir voluntariamente con los demás, desde el Amor, porque Jesús manifestó el verdadero rostro de Dios, y cómo podemos responder a su don total.
♦ Diálogo entre el dueño y quienes murmuran (Mt 20,11-15). La generosidad del dueño de la viña, especialmente para con los últimos trabajadores, aclara más el sentido de esta comparación literaria. ‒ La religiosidad humana dice a Dios: “yo te doy para que tú me des”; esta mentalidad puede ser válida, pero es insuficiente: porque el profetismo del Evangelio afirma que los seguidores de Jesús han de tratar de imitar a Dios en su Amor absoluto y desinteresado.
La frase final de la parábola resume su mensaje: Todos somos iguales ante la vocación y la pertenencia al Reino de Dios.
• Tapices de La parábola de los obreros de la viña - Talleres de Pieter van Aelst, Bruselas 1500 - Catedral de Zamora
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