Botón homilético Francisco Quijano OP
Domingo 3º de Pascua (15.4.2018): Lucas 24,35-48
● Los discípulos hablan de lo sucedido en Emaús. Jesús irrumpe: «¡La paz esté con ustedes!». Ellos se espantan, tiemblan, dudan, creen que es un fantasma.
● Él les advierte: ¿por qué temen? ¿por qué dudan? Toquen, vean, no soy un fantasma. Ellos se pasman, recelan, sospechan.
● Dos comidas, en Emaús con dos discípulos, en Jerusalén con los demás. Dos momentos de escucha: de camino a Emaús él les explica las Escrituras, en Jerusalén les abre la inteligencia para que las comprendan.
● Escuchar su palabra, compartir la comida. Eso que habían vivido con él al lado de toda clase de personas ―recaudadores de impuestos, pecadores, prostitutas, enfermos― les permite ahora reconocer que él está vivo en medio de ellos.
● ¿Qué nos enseñan estos episodios de encuentro con Jesús resucitado? ¿Será que, tras su muerte, recupera una vida como la nuestra? ¿Es eso lo que nos promete más allá de nuestra muerte? No.
● Al comer con ellos y recordarles las escrituras, Jesús indica el vínculo de su vida moral con su vida nueva: ese Jesús que conocieron es el mismo que les concede paz y perdón.
● Es el que les habla de la misión que tienen por delante y de la promesa del Padre, el Espíritu Santo que habrán de recibir. Ese don del Espíritu es el garante de la vida nueva en la resurrección.
• Georges Rouault (1871-1958): Jesucristo y los apóstoles, 1937-1938
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● Sentido. La “Aparición del Resucitado en Jerusalén”, ofrece fundamentalmente dos aspectos:
◙ La ayuda del Señor a los suyos (Lc 24,35-41). Los discípulos tienen miedo, se alarman y dudan: ¿No se tratará de la aparición de un “ánima”, un difunto, un fantasma? (Lc 24,37). Jesús los invita a mirar y palpar la realidad de su cuerpo; les da ánimo. Cuando los seguidores de Cristo sienten alegría, se preguntan: ¿Es una realidad o una ilusión? (Lc 24,41). Entonces el Señor come pescado asado delante de ellos. Así propicia el reencuentro de Él con los suyos. - Hay muchas actitudes vitales que obstaculizan la fe. Nuestro infantilismo o fanatismo espiritual, nuestro escepticismo o indiferencia carecen de lo fundamental para disponerse al encuentro personal con Cristo resucitado.
◙ La misión universal de los discípulos (Lc 24,42-48). A la luz de la fe en Jesús, el Mesías, se lee el Antiguo Testamento con sentido de apertura a todos los pueblos. Cristo, después de enseñarles a unir la vida y la Biblia, explica a los suyos que el centro de nuestra fe es su muerte y resurrección, porque su entrega manifiesta el Amor de Dios Padre por todos. Finalmente, los hace misioneros, para que anuncien su Nombre, es decir, su persona, comenzando por Jerusalén (mundo judío) hasta llegar a todas las naciones. - Las comunidades de la Iglesia no son para quedarse encerradas en las capillas o templos ni al interior de las propias familias, sino que tienen que sembrarse en los distintos ambientes del mundo contemporáneo.
• Duccio da Boninsegna (1255-1319): Jesús se aparece a los apóstoles
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