EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 25º durante el año


Botón homilético — Francisco Quijano OP

Lecturas: Sabiduría 2, 17-20 / Salmo 53,3-.8 / Santiago 3, 16–4, 3 / Marcos 9, 30-37

● Las lecturas de este domingo proyectan los designios amorosos de Dios sobre el telón de fondo de las desgracias y desdichas que anidan en nuestro corazón, se manifiestan en nuestros actos y atraviesan toda la historia. ¿Qué desgracias y desdichas?

● Denuncia el Sabio: «Sometamos al justo a tormentos despiadados, para probar su paciencia y comprobar su resistencia… condenémoslo a una muerte deshonrosa pues dice que alguien cuida de él».

● Dice Santiago: «Donde hay envidia y rivalidad, hay desorden y toda clase de maldad… Quieren algo, y si no lo obtienen, asesinan; envidian, y si no lo consiguen, pelean y luchan».

● Pregunta Jesús a sus discípulos: «–¿De qué hablaban por el camino? Se quedaron callados –dice el evangelista– porque habían estado discutiendo por el camino quién era el más grande».

● Sobre este trasfondo de ambiciones, envidias, injusticias, soberbia, dominación, prepotencia se proyecta un rayo de luz:

● Suplica el Salmista: «¡Oh Dios, sálvame por tu honor, defiéndeme con tu poder!… Miren, Dios es mi protector, el Señor sostiene mi vida».

● Dice el Santiago: «La sabiduría que procede el cielo es ante todo pura; además es pacífica, comprensiva, dócil, llena de piedad y buenas obras, sin discriminación ni fingimiento».

● Jesús instruye a sus discípulos con una parábola viva: «Llamó a un niño, lo colocó en medio de ellos, lo acarició y les dijo: –Quien recibe a uno de estos niños, a mí me recibe; quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado».

 

Duccio di Buoninsegna (1255-1318): Jesús y los apóstoles

 

Claves para la homilía — Julián Riquelme OP
 

◙ Contexto. Palestina, año 30: Jesús quiere pasar desapercibido, porque ahora está dedicado a preparar más profundamente a sus discípulos, para que formen una comunidad. • Roma, año 70: Se instruye a los seguidores de Cristo sobre las exigencias del Reinado de Dios, en medio de la persecución, que los desconcierta y asusta.

◙ Sentido. El tema del pasaje bíblico es “Instrucciones de Jesús subiendo a Jerusalén”. El texto muestra, por lo menos, tres aspectos:

● Segundo anuncio de la Pasión (Mc 9,31). Esta es una catequesis post pascual. En ella el Señor aparece enseñando con mucha claridad, el sentido de su propio Mesianismo, a los discípulos. Él les comunica que prevé un final violento (Mc 9,31); recurre a la imagen y a la suerte del "Hijo del hombre", término aquí con contenido más cercano al Siervo Sufriente de Isaías 52,13-53,12 que a Daniel 7: Habla así de un Mesías desapegado de todo poder de dominación; y se refiere también a la resurrección: “Tres días después de su muerte, resucitará". • El Misterio Pascual de Jesús, es decir, el acontecimiento de su muerte y la experiencia de su resurrección, ilumina el itinerario de los discípulos de Cristo en todos los tiempos y lugares.

● Tendencia a la incomprensión: Discuten quién es el más importante (Mc 9,32-34). Los discípulos no asumen en plenitud la enseñanza de Jesús. Intuyen que sus pensamientos son distintos a los del Maestro, y les da miedo preguntar. Los discípulos esperan un gran triunfo, inspirados en un concepto político imperialista del Reino de Dios. No quieren entender, porque, para ellos, la muerte, sin experimentar el Reinado de Israel sobre las naciones, significa el fin de sus pretensiones mesiánicas. Por eso, actúan neciamente, buscando posiciones de dominio y de poder, ejercidas por ellos mismos, mientras el Nazareno camina como Profeta del Amor, confiado en Dios Padre. • Sólo la experiencia pascual, permite comprender el sentido de la Cruz.

● Enseñanza: El que quiera ser el primero, debe hacerse servidor de todos (Mc 9,35-37). Jesús hace una fuerte invitación al seguimiento: Llama a ser el “primero”, pero por un camino distinto al que los Doce pretenden elegir. Cuando se habla del “niño” (gr. “pais” – “paidos”, en un códice con artículo), probablemente el texto se está refiriendo a un niño concreto, que está delante, ahí en la casa, y no a cualquier niño; se trataría del niño o muchacho de los mandados, el último en la escala familiar, el último de los que se dedican a servir. “Abrazándolo”: identificándose con la actitud de ese niño, prefiriendo ser como ese niño. “Me recibe a mí y al que me ha enviado”: Identificarse con el más pequeño de los esclavos que sirven, es asumir la actitud de Jesús, reflejando la actitud de Dios para con todos. • Los seguidores de Cristo deberíamos ser los “primeros” y los “únicos”, en el no oprimir, sino en el ponernos al servicio de los demás.