EVANGELIO DOMINICAL

Solemnidad de Corpus Christi


Lecturas: Génesis 14,18-20 / Salmo 109,1-4 / I Corintios 11,23-26 / Lucas 9,11-17

Botón homilético – Francisco Quijano

 • Disfrutar una comida sabrosa es una delicia. Si son platillos del diario hechos con gusto o si son recetas de tradición culinaria fina, poco importa, lo que cuenta es el gusto de disfrutarlos...

• Si a ello se suma como es lo natural una buena conversación entre comensales, con historias, bromas, tomaduras de pelo, chistes hasta discusiones y alborotos, mejor todavía…

• Si vemos a los anfitriones, a la señora que invitó, a la cocinera que goza su arte culinario, si vemos cómo disfrutan viendo disfrutar a sus invitados, percibimos el sentido de la amistad que se expresa en las comidas…

• Eso es lo que Jesús hace en la distribución de pan abundante a la multitud que escucha sus enseñanzas acerca del Reino. También ofrece un signo de abundancia de pan a quienes lo escuchan.

• «Jesús tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados, alzó los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los repartieran».

• Estas acciones están preñadas de significado: el Reino anunciado por Jesús es un gran banquete: «El Señor Todopoderoso ofrecerá a todos los pueblos en este monte un festín de manjares suculentos», había anunciado Isaías.

• Este pan abundante es simbólico: es el pan de la palabra de Dios, el pan que es él mismo, el pan que es comunión y amistad. Una sabrosa comida es más que los platillos que disfrutamos, el reparto de los panes de Jesús es más que un milagro.

• El Cuerpo y la Sangre de Cristo que compartimos en la Eucaristía es no solo anticipo sino participación actual en la vida de Dios que es el bien suculento del Reino.

• Compartir con la gente en situación de calle, multiplicar la ropa del ropero solidario, multiplicar apoyos a emprendedoras domésticas, llevar la comunion a los enfermos, son acciones solidarias de la comunidad parroquial, signos que anticipan el Reino.
 

• La Última Cena en el Retablo Mayor de la Iglesia de Santa María en la Cartuja de Miraflores, Burgos, tallado por Gil de Siloé, policromado y dorado por Diego de la Cruz entre 1496 y 1499, de estilo gótico.

 

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Pautas para la homilía – Julián Riquelme

Contexto – Palestina, año 30: La ciudad Betsaida se cierra a aceptar el anuncio del Reinado de Dios (Mt 11,21), y en sus alrededores hay muchos enfermos y gente con hambre. – Grecia, año 80: Los cristianos consideran que las eucaristías son para darnos fuerzas en el compartir.

Sentido El Evangelio trata de la “Multiplicación de los panes” y puede dividirse así:

Diálogo entre Cristo y los discípulos (Lc 9,11-14ª). Como se hace tarde, los discípulos sugieren al Señor despedir a las gentes, para que vayan a comprar algo de comer en los pueblos de alrededor. Jesús les responde: “Denles de comer ustedes mismos”. Los seguidores del Maestro agregan que no tienen más que cinco panes y dos pescados: el número 7 es símbolo de perfección. En resumen, Cristo hace la invitación a valorar lo que somos y tenemos.

Mandato y gestos del Señor (Lc 9,14b.16). Los “grupos de alrededor de 50 personas” significan grupos organizados. Además, cuando San Lucas detalla cada una de las acciones de Jesús (los toma, levanta los ojos al cielo, pronuncia la bendición, parte los panes, los entrega a los discípulos para que los sirvan a la multitud), está indicando la importancia que tiene la actitud central de Cristo en el relato: El Señor comparte su vida, su amor y los bienes con todos.

Hambre saciada y abundancia (Lc 9,17). Las “doce canastas” aluden al nuevo Pueblo de Dios, que es la humanidad entera. Si colaboramos con Jesús en el servir a los pobres, una poderosa fuerza inundará toda la tierra y lo transformará todo.