EVANGELIO DOMINICAL

Domingo 26º durante el año


Botón homilético - Francisco Quijano

Lecturas: Amós 6,1.4-7 / Salmo 145,7-10 / I Tim 6,11-16 / Lucas 16,19-31

• Tenemos otra parábola –¿no será una historieta?– propia del Lucas: el rico que viste con fasto y banquetea a sus anchas; el pobre echado a su puerta, plagado de llagas, cortejado por perros callejeros. Dos hombres en condiciones extremas, un abismo entre ellos.

• Con la muerte, sus suertes se tornan: el rico es enterrado, va a dar al hades en medio de tormentos; Lázaro es llevado por los ángeles al seno de Abraham. El contraste se agudiza: el rico pide que se apiaden de él, que Lázaro refresque su lengua con su dedo húmedo. Pero oye una respuesta: «Entre ustedes y nosotros se abre un abismo inmenso que nadie puede cruzar».

• Este abismo que los separa, ¿qué es? ¿dónde está? ¿es la separación de cielo e infierno? La historieta no se refiere al mundo de ultratumba (aunque usa esas imágenes). Es una imagen de este mundo: el de tiempos de Jesús, o del profeta Amós (750 aC) o de nuestros días. Es el abismo que separa a ricos y pobres.

• ¿Es posible cruzar este abismo? La historieta pone un hasta aquí, más allá de ese plazo, el abismo es infranqueable. ¿Qué plazo es ese? ¿Cómo sería posible salvar el abismo? No mediante apariciones fantasmagóricas: Lázaro que viene a prevenir al resto de la familia del rico que cambie su conducta.

• Dos respuestas se han añadido a la historieta original: escuchar a Moisés y a los profetas, creer en uno que resucitó de entre los muertos. Moisés, los profetas, la palabra de Dios advierte que la indiferencia ante el prójimo miserable es un pecado, es decir, un abismo en la fraternidad. A su vez, Cristo, siendo rico, se hizo pobre por nosotros para enriquecernos con su pobreza.

• En el proyecto de Dios sobre nuestra humanidad, nadie puede quedar fuera. Quienes están en los márgenes o fuera de nuestra solidaridad – inmigrantes, gente pobre, pueblos originarios, encarcelados, mujeres violadas, ancianos solos, y una lista enorme – son la voz de Dios, como Moisés y los profetas, como Jesús que se hizo pobre.

• El Papa Francisco ha lamentado en varias ocasiones «la globalización de la indiferencia». Esa indiferencia es el abismo que separa a pobres y ricos. Dios nos pide lo contrario: «la globalización de la solidaridad».

• Tóma 30 minutos para ver cómo cruzan el abismo que separa a ricos y pobres en una ONG notable: Médicos Sin Fronteras - Informe 2019 (pulsar  aquí). Un hombre también notable que tendió puentes entre ricos y pobre fue Don Eugenio Garza Sada, emprendedor mexicano asesinado en 1973 (leer aquí).

• Abadía románico-gótica (siglos VII a XVI) de Saint-Pierre de Moissac, Francia

 

• O •

 

Claves para la homilía - Julián Riquelme

► Contexto Palestina año 30: Los fariseos admiran a quienes viven de manera fastuosa (palacios, vestimentas y banquetes), y no ven la dignidad de las muchas personas necesitadas (leprosos, ulcerosos y hambrientos). Grecia año 80: Para propiciar un mundo de hermanos, y no de esclavos, es necesario unir aquí y ahora compasión y amor al prójimo.

► Sentido El tema de la “parábola del epulón y Lázaro” es: “No ver al pobre, que está a nuestro lado: es no ver a Dios, que está en nuestro interior”. El texto contiene el mismo mensaje de Mt 25,34-46 “Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber…” El relato se desarrolla en tres secuencias:

• Insensibilidad e inhumanidad (16,19-21). El rico demostró su egoísmo, porque ignoró la presencia del pobre Lázaro, que estaba a la puerta con los perros (animal impuro).- Según la tradición judía, Moisés pedía que no hubiera ningún pobre en medio del pueblo (Dt 15,11ss), y los profetas denunciaron la maldad de las riquezas (Am 6,1.4-7), porque los ricos esclavizaban a los pobres, y se erigían como señores, usurpando así el señorío de Dios. - El amor que pide Jesús nunca se puede desligar de la compasión; amor sin compasión es puro interés. Las injusticias quedarían superadas con un verdadero amor-compasión.

• Muerte de dos personajes (16,22). El mendigo probablemente tuvo un fallecimiento prematuro; el rico parece que reconoce después a Lázaro como pobre, cuando lo ve en el “seno de Abrahán”.- Si Jesús usa las creencias y el lenguaje de los fariseos (“morada de los muertos”, “padre Abraham”, “Moisés y Profetas”), es para que ellos se desapeguen de las riquezas y se conviertan. - En el momento actual, nosotros no podemos creer en el premio y el castigo en el más allá, por dos razones. Primera: Dios no puede castigar, porque Él es sólo Amor. Segunda: porque se estaría invitando a los pobres a la resignación, y a no luchar contra de las injusticias; y a la vez se estaría aprobando los abusos de los ricos, y consintiendo en que se mantengan disfrutando de sus privilegios.

• Reflexión en torno a la seriedad del presente (16,23-31). El adverbio “ahora” es la clave del relato (versículo 25), pues convierte la parábola en una enseñanza pronunciada desde la eternidad, y declara el poder inconmensurable del “ahora” en el peregrinar humano.- En la historia de las sociedades occidentales ha habido dos sistemas, referentes a la tenencia de los bienes, a saber: Uno, el “capitalismo”, que acumula los bienes, pero crea distancias hirientes entre los seres humanos, porque unos pocos son ricos y la gran mayoría producen, pero permanecen pobres; y otro, el “comunismo”, que reparte los bienes, pero no elimina la tensión entre los seres humanos, de ahí que unos y otros se quedan sin motivación para seguir produciendo riqueza y, al poco tiempo, no habrá nada que repartir. Ambos sistemas, desde el punto de vista de la humanización, han sido insuficientes. - Jesús no creó ningún sistema social, sino que predicó el “Reino de Dios”, que consiste en superar todo egoísmo y hacer de todos los seres humanos una comunidad de hermanos. Lo que Jesús propone es compartir como fruto del amor, que es vínculo de unión. En lo personal, sólo las exigencias de tu verdadero ser, te llevarán a la plenitud. No tienes que renunciar a nada, sino elegir lo mejor para ti, ahora y aquí. El no desarrollar esa potencialidad, es la verdadera condenación: tú solo puedes malograr tu existencia.

• Pieter Cornelisz van Rijck (1567-1637): Lázaro y el hombre rico, 1610-1620