SEMANA X: EVANGELIOS

Lunes: «Felices los que lloran porque serán consolados»


Evangelio de San Mateo 5,1-12

• La lectura del Evangelio de Marcos en la semana terminó, comienza ahora el de Mateo, un comienzo que es programático. La Proclama de un Manifiesto: «Felices los que tienen alma de pobres... Felices los que lloran... Felices los pacientes...».

• «Manifiesto» (según la RAE): «Escrito en que se hace pública declaración de doctrinas, propósitos o programas». A diferencia del Manifiesto Comunista de Karl Marx, Jesús no propuso una ideología (doctrina) ni un proyecto (propósito) ni una estrategia (programa).

• El Manifiesto de Jesús es una declaración acerca de la dicha: dónde se encuentra, cómo hallarla en la vida, en qué consiste la felicidad. Ante una declaración como esta, lo que corresponde es abrir de par en par mente, corazón, sensibilidad, acogerla como luz que ilumina nuestra vida y envuelve el destino de la humanidad.

• Nuestro destino es un don: gozar la felicidad que es Dios. Eso es la bienaventuranza, bienaventurados son quienes gozan eternamente la felicidad que es Dios.

• Jesús declara cómo es esa felicidad para quienes caminamos en esta tierra, una felicidad vivida en condiciones paradójicas: «Felices los que lloran, porque serán consolados… Felices los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados…».

• Vivir las bienaventuranzas en la tierra es estar en sintonía con la felicidad de Dios. Dejemos que El Manifiesto de la Felicidad resuene en nuestros corazones y nos dé ánimos en tiempos desolados de aflicción por los crímenes que bañan de sangre a México, Ucrania y tantos otros lugares de este valle de lágrimas que es la tierra.

• Vivir las bienaventuranzas en circunstancias y realidades que las contradicen –dolor, despojo, injusticia, impunidad, violencia, impostura, crímenes, muerte– no es resignación, es luz de esperanza: «Felices quienes trabajan por la paz, porque se llamarán hijas e hijos de Dios».

 

Lectura: I Reyes 17,1-6

• Desde hoy hasta el miércoles de la siguiente semana se presentan varios episodios de la vida del profeta Elías, que ejerció su misión en el reino del norte en el siglo IX aC. Él es el primero de la tradición de los grandes profetas del Antiguo Testamento. Así presenta Luis Alonso Schökel el ciclo de Elías en el libro de los Reyes:

  «Después de la introducción sobre el reinado de Ajab, irrumpe Elías para asumir el papel de protagonista en los tres capítulos siguientes (17–19). Deja el escenario a otros profetas en el capítulo 20 y reaparece para enfrentarse con Ajab; cede el puesto al profeta Miqueas y vuelve a aparecer para enfrentarse con el nuevo rey; desaparece definitivamente después de nombrar su sucesor. Este aparecer y desaparecer súbito es dato constitutivo de su figura.

  »La primera aparición (capítulos 17–19) forma una unidad coherente, construida con habilidad y movida lógicamente: aparece primero como portador de la sequía, después como portador de la lluvia; perseguido, huye al monte Horeb. Cada capítulo tiene su construcción propia. En su segunda aparición, Elías denuncia el crimen de Ajab; en la tercera, denuncia la infidelidad de Ocozías».

 

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Reflexión – Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: Jesús anuncia el Reinado de Dios, en el cual no habrá enfermedades, injusticias, hambre, sufrimiento ni opresiones. - Antioquía (Siria), año 80: El Reinado de Dios, anunciado por Cristo, es para todos, y exige superar lo que se opone a la fraternidad entre los seres humanos.

• Sentido El Evangelio contiene “las bienaventuranzas” (según San Mateo), que son como el programa del Nazareno. Algunos las denominan "El proyecto de la Nueva Alianza". En el texto pueden destacarse, entre otros, estos aspectos:

• La figura de Jesús (5,1-2). Cristo es presentado como el nuevo Moisés, que enseña la nueva ley de Dios ("Sube a la montaña"), y como el Maestro de la nueva sabiduría, que muestra el camino hacia la felicidad de todos ("Se sienta").

• Condición fundamental (5,3). Los pobres en espíritu, o con espíritu, es decir, no los pobres obligados, sino quienes eligen ser pobres, optan por una vida sencilla. Ellos no tienen el ideal de ser ricos, porque esto cuesta sacrificio a muchos.

• Compromisos de Dios (5,4-6). Las tres siguientes bienaventuranzas subrayan que el amor de Dios se ha acercado ya desde el presente. Quienes las experimentan no son dichosos porque sufren, sino porque el Reinado de Dios ha llegado, y eso es una buena noticia para ellos. Les da confianza. Lección: El Reinado de Dios, que se les promete a los pobres, a los sufridos, a quienes lloran, a los hambrientos y sedientos, a los pacificadores, no es única y exclusivamente la salvación en el más allá, sino su iniciación en el más acá de este momento.

• Actitudes de los seguidores de Jesús (5,7-9). Las otras tres bienaventuranzas declaran herederos del Reinado de Dios a quienes cultivan la misericordia y propician el crecimiento de los otros en la comunidad, y son artesanos de la paz, abiertos al mundo entero. Moraleja: Cuando Jesús proclama el Reinado de Dios, simultáneamente sanaba a los enfermos, daba vista a los ciegos, saciaba a los hambrientos y resucitaba a los muertos.

• Conclusión (5,10-12). La persecución, bajo distintas formas, es consecuencia de la opción por humanizar la tierra y por anunciar el Evangelio. Mensaje: La dimensión última y global de las bienaventuranzas es un sentido profundo de pobreza, que permite descubrir más fácilmente la riqueza de los dones de Dios. Por eso, nos acercamos a Dios con indigencia y sin soberbia, para dejarnos llenar de Él.

Semana X: Martes (aquí)