Evangelio de San Mateo 19,16-22
• En el encuentro de un hombre de vida holgada con Jesús, ocurre un ensanchamiento de horizontes y una revelación de valores, a lo cual este hombre no supo responder.
• Su pregunta tiene más alcance de lo que aparenta. Toca dos cosas. Una es el horizonte de toda la vida, el propio destino: ¿qué es lo bueno que debo hacer? Otra es hacerse cargo de ese destino: ¿qué voy a hacer con mi vida?
• Jesús ensancha aún más el horizonte: «¿Qué es lo bueno? Uno solo es el bueno». Tu horizonte de vida no es hacer tal o cual cosa buena, tu horizonte es el Único Bueno, el que ha hecho buenas todas las cosas, la Bondad en todo lo que existe, cumple con él, encuéntralo allí.
• El hombre pregunta: ¿Cómo cumplirle? Jesús no le dice: «Ámalo de todo corazón», cosa que todo buen judío sabía. Señala seis mandamientos del trato con el prójimo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honrarás a tu padre y a tu madre, amarás a tu prójimo como a ti mismo».
• El hombre dice: «Todo eso lo he cumplido, ¿qué me queda por hacer?» Al parecer, este hombre tenía bien delimitado su proyecto de vida individual y lo había cumplido cabalmente. Jesús le da a entender que su destino se juega haciéndose cargo del prójimo.
• Se abre así un horizonte en el que aparece el prójimo, los pobres, la gente que necesita de los bienes, la ayuda, la entrega de este hombre. Jesús le presenta un proyecto de vida y un destino que incluye al prójimo.
• Este es un llamado a mirar más lejos y a dejar las ataduras que impiden ser libre para amar al prójimo y solidarizarse con él. Ante este nuevo reto, ese hombre no dio un paso adelante.
• Este episodio suele aplicarse a quienes optan por la vida religiosa, pero tiene validez para todos. La pregunta clave es: ¿Qué debo hacer para que mi proyecto de vida sea un proyecto que incluya a los demás?
Lectura: Ezequiel 24,15-24
• Este es uno de los sucesos personales con carga simbólica más desconcertante: la muerte de la mujer de Ezequiel y el hecho de no hacer duelo por ella. Eso fue lo que le pidió el Señor.
• Este hecho intriga a la gente, le preguntan: «¿Quieres explicarnos qué anuncia lo que estás haciendo?»
• El profeta les dice: «Miren, voy a profanar mi santuario, el orgullo de su fuerza, la delicia de sus ojos y la esperanza de sus vidas». Y les anuncia más desgracias, que ocurrirán con la conquista de Jerusalén y la destrucción del templo por Nabucodonosor (año 587aC).
• Y ¿cuál será la reacción del pueblo? «Entonces –les dice– harán lo que yo he hecho: no se cubrirán la cara ni comerán el pan de duelo».
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Reflexión: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Los rabinos del tiempo de Jesús piensan que el destino del ser humano se juega en su obediencia a la Ley, y no en sus cualidades intrínsecas. Sin embargo, había personas, como los esenios, que “buscaban otra cosa”. - Antioquía (Siria), año 80: A quienes poseen riquezas les cuesta más seguir a Jesús, máxime si piensan que la riqueza es señal de bendición divina, y que la pobreza es signo del abandono y de la maldición de Dios.
• Sentido El Evangelio trata del “peligro de las riquezas”. En el texto se pueden distinguir tres aspectos:
• Diálogo inicial (16-17). El joven se acerca a Jesús como a alguien con autoridad que sabe interpetar la ley. La “vida eterna” designa la vida grata a Dios, a la cual se le promete el acceso al Reinado del mismo Señor. Para el joven judío, la cuestión decisiva se refiere a lo que hay que “hacer” y no a lo que importa ser. La respuesta de Jesús manifiesta dos elementos capitales: Por una parte, el bien no existe en sí mismo; el bien consiste en lo que Dios quiere. Por otra parte, esta voluntad ha sido revelada en la ley. Por lo tanto, solo subsiste para el ser humano, la cuestión de su obediencia. “Cumplir los Mandamientos” es recordarlos para ponerlos en práctica. Lección: Sería bueno empezar por reconocer mis apegos, que me hacen perder de vista lo que soy y la tarea que me toca.
• Mandamientos de la segunda tabla (18-20). El joven intercala una nueva pregunta. Jesús cita algunos mandamientos para subrayar la importancia de la segunda tabla del Decálogo, que se refiere al amor al prójimo (Ex 20,12-16; Lv 19,18): La relación con los seres humanos es la que determina la relación con Dios. Todas estas cosas las conoce el joven interlocutor desde tiempo atrás. Moraleja: El ideal de ser ricos cuesta sacrificio a muchos.
• Invitación no aceptada (21-22). “Si quieres ser perfecto”, es decir, una persona adulta, hecha y lograda; en otras palabras: alguien que ha alcanzado su madurez y plenitud. “Ve, vende, da a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo”, significa asume una vida sencilla o desapégate de los bienes, libérate de lo que tienes sin esperanza de retorno y el Buen Padre Dios será tu riqueza. La palabra “sígueme” es el punto de inflexión, que incluye la humilde sumisión al Mesías de Dios; pues Él lo llama al amor y la amistad a todo ser humano, como el Padre del cielo (5,48). El joven no responde a la invitación; se va triste, es avaro, no da el paso para llegar a la madurez. Mensaje: ¿Cuál es nuestra respuesta a la invitación de Cristo? Oremos para poder responder y seguirlo.
Semana XX – Martes (aquí)
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