SEMANA XXXI: EVANGELIOS

Lunes: «Cuando des un banquete, invita a los pobres»


Evangelio de San Lucas 14,12-14

• Esta advertencia de Jesús en casa del fariseo que lo invitó a comer descubre el sentido profundo de su misión: invitar a todo el mundo, especialmente a quienes son excluidos de la convivencia, a participar en el banquete del Reinado de Dios.

• Toda la vida de Jesús y su trato con gente muy diversa es no solo un símbolo de ese banquete final del Reino, es también el inicio de la convocación de la humanidad a participar en él.

• «Dios quiere que todo el mundo se salve y llegue al conocimiento de la verdad», es una sentencia clave del destino de la humanidad. Este mundo, el universo entero, la humanidad que ha habitado y habitará en esta tierra, tiene un destino: la comunión de todo en Dios y con Dios.

• En nuestra humanidad, marcada por exclusiones y discriminaciones, esta invitación se dirige a unos destinatarios privilegiados: pobres, lisiados, cojos, ciegos. Por eso, toda esta gente acudía a Jesús para que la sanara.

• Jesús, finalmente, realizó en la Última Cena la acción profética que simboliza y es prenda del banquete final: la Eucaristía. Acción profética que anticipa y realiza simbólicamente la muerte de Jesús y su resurrección a la vida sin fin en Dios.

• Nuestras convivencias y comidas familiares y entre amistades son también a su manera signo del banquete del Reino, pero lo son siempre y cuando no se cierren sobre sí, ensimismándose y distanciándose de quienes requieren de nuestra solidaridad.

 

Lectura: Filipenses 2,1-4

• Esta exhortación de san Pablo a tener una misma forma de pensar y desear, a tener una sola alma, como se dice de la comunidad de Jerusalén (Hechos 4,32), a evitar la rivalidad y la presunción, tiene como fundamento dos realidades: un mismo Espíritu de amor y el misterio del despojo de Jesús.

• En seguida de la exhortación, san Pablo presenta un himno muy antiguo que se cantaba en arameo acerca del misterio del despojo que Cristo hace de su divinidad y del despojo de su humanidad que padeció en la cruz (2,6-11).

 

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Reflexión: Julián Riquelme

• Contexto - Palestina, año 30: Los sábados, después de la reunión de la sinagoga, los pudientes invitaban a almorzar a alguna persona importante, para así presumir ante los demás invitados. - Grecia, año 80: La dinámica del Reinado de Dios exige la humildad y la gratuidad en el compartir humano.

• Sentido Tema del Evangelio: “¿A quién invitar a nuestras comidas o banquetes?” (14,12-14).

• Parábola dirigida al anfitrión de la comida. En ella Jesús contrapone lo que se estila hacer en la tierra a la hora de invitar, y la actitud de Dios cuando convoca a participar en el banquete de su Reinado.
  Cristo recomienda cultivar la actitud de la gratuidad, esto es, dar sin esperar nada a cambio, sino solo el crecimiento personal de cada invitado, y de todos ellos.
  Mensaje: Por tanto, en las relaciones humanas hemos de propiciar preferentemente la vida, el amor y la libertad de todos, en lugar de buscar para nosotros el poder, la riqueza, el prestigio y el placer. Sí, a prioridades que humanizan; no, a la retribución efímera de estos ídolos.

Semana XXXI: martes (aquí)