Evangelio de San Lucas 21,5-11
• Desde hoy hasta el sábado se proclama por partes el discurso final de Jesús, de carácter escatológico y apocalíptico, con el que concluye su predicación. Este discurso, cargado de símbolos, hay que leerlo como una clave del destino final de la historia.
• ¿Qué realidades constituyen el centro de la historia y muestran su sentido? «Unos elogiaban las hermosas piedras del templo». A ellos Jesús les dice: «Llegará un día en que todo lo que contemplan será destruido, no quedará piedra sobre piedra».
• Una riqueza enorme de la humanidad son sus obras. De muchas, quedan solo ruinas. Otras se conservan en museos. Hay edificaciones en pie, aun esplendorosas, que son visitadas.
• Innumerables partituras con armonías en espera de intérpretes. Obras de teatro, novelas, poemas, toda suerte de escritos que esperan lectores curiosos. Todas son obras humanas valiosas que de algún modo se conservarán. Pero no son el centro de la historia, solo expresan su sentido.
• En el centro se encuentra la criatura humana, obra de Dios. Esa obra, nuestra humanidad, es la que vivirá para siempre y, con ella, todas sus obras valiosas. ¿Cuándo y cómo?
• «¿Cuándo sucederá eso y cuál será la señal de que está por suceder?», preguntan a Jesús. Él responde: «¡Cuidado, no se dejen engañar! Porque muchos se presentarán en mi nombre... pero el fin no llegará en seguida».
• Esta advertencia de Jesús guarda un mensaje encriptado: abrigar la ilusión de que mi «Yo» pasará a la historia como un gran personaje liberador y transformador. Esas ilusiones son de narcisistas que todo lo llevan a glorificar su «Yo». Quien tenga ojos para ver que vea.
Lectura: Daniel 2,31-45
• Memorable es la gran estatua con cabeza de oro, busto y brazos de plata, vientre y muslos de bronce, piernas de hierro y pies de barro, que se derrumba al golpe de una piedra. Es una forma de imaginar la fragilidad del reinado de Antíoco.
• Y es también la forma simbólica de imaginar cualquier proyecto de transformación política que pretende quedar plasmado en obras que pasarán a una historia gloriosa. Todo lo cual no es más que una exaltación narcisista de quienes pretenden alcanzar la gloria de la inmortalidad en los libros de historia.
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Reflexión: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Al llegar Jesús a Jerusalén, se piensa que la crisis de entonces se solucionaría con una Transformación Mundial hecha por Dios, que traería una Paz permanente. Todo ello se describía con imágenes apocalípticas. - Grecia, año 80: Se mantienen las imágenes apocalípticas, pero se destaca que lo importante es la esperanza cristiana, que se expresa, ahora y desde nuestro interior, en la evangelización, a través del testimonio y la constancia.
• Sentido El Evangelio trata el tema de “Las transformaciones en el mundo y la esperanza cristiana”. "Apocalipsis" significa "revelación", para animar la esperanza de los perseguidos. Las imágenes se toman principalmente del Antiguo Testamento, para que las interpreten los seguidores de Jesús y no sus perseguidores. En el texto se pueden distinguir tres partes:
• Admiración (21,5). El Maestro aceptaba la belleza del Templo como los israelitas de su tiempo: sus patios, atrios, construcciones de piedra, mármoles y sus adornos. Lección: Admirar las obras de arte ayuda a humanizarse y a abrirnos a la contemplación de la belleza, la verdad, la justicia y la amistad de Dios.
• Destrucción (21,6). El Nazareno rechazaba a la vez el complejo montaje humano del Templo, porque tergiversaba la imagen de Dios, su Padre, frente a los sencillos; Jesús anunció su destrucción. En efecto, aquel Santuario se había convertido en la primera potencia social, económica, cultural, religiosa y política de la región. El Templo de Jerusalén fue destruido en el año 70, lo cual, para los judíos, significaba el “fin del mundo”, porque era impensable la existencia de Israel sin el Templo. Los seguidores de Jesús interpretaban el doloroso hecho como el término de la Antigua Alianza; y, por tanto, había que buscar la germinación de la Nueva Alianza en otros ámbitos humanos (Jr 31,31; Lc 22,20). Moraleja: Los “templos” y “capillas” no son para darnos seguridades. La verdadera felicidad y el sentido de la vida solo la pueden dar la confianza en Dios y la fe en la Palabra de Cristo.
• Venida (21,7-9). Los interlocutores de Jesús le preguntan por el “cuándo” y por el “cómo”, porque no captan el fondo de su mensaje. De hecho, la Venida del Mesías ocurrió principalmente en su Pascua, es decir, en su muerte y resurrección: allí interrogado, Jesús declaró ante el Sanedrín que Él era el Cristo (22,66-71). Por eso, el Jesús de esta catequesis post pascual responde a sus interlocutores que la Transformación Mundial ya va a comenzar definitivamente (cf. 22,70). Su consigna a los discípulos es que no los engañen los falsos mesías ni las calamidades ni los conflictos. Para subrayar que la historia está en las manos de Dios y que no hay nada que temer, comienza a describir los conflictos a partir de lo local (21,8-9). Mensaje: La confianza en el amor de Dios potencia nuestra esperanza activa.
Semana XXXIV: Miércoles (aquí)
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