Lecturas: Isaías 61,1-2.10-11 / I Tesalonicenses 5,16-24 / Juan 1, 6-8.19-28
Botón homilético – Francisco Quijano
• Juan no era la luz, sino testigo de la luz. La luz es un simbolismo radiante que se despliega en variados destellos. Es claridad, transparencia, inmensidad, placidez, belleza, profundidad, nitidez, infinitud… de todo lo que ella baña con su irradiación.
• Así, Giuseppe Ungaretti en un poema mínimo: Amanecer / Me ilumino / de inmensidad:
Mattina
M’illumino
d’immenso
• Es también lucidez, sinceridad, rectitud, franqueza, sencillez, verdad, revelación, finura, delicadeza, naturalidad, sensatez, lealtad, confianza, nobleza… virtudes todas ellas o destellos de una virtud central en la comunicación: la veracidad.
• Juan, el Evangelista, dice de Juan, el Profeta, que él no era la luz sino el testigo de la luz. Juan, el Evangelista, sitúa así al profeta que es la voz en relación con Aquel que es la Palabra, que es la Luz de los hombres, de lo cual da testimonio.
• Juan, el Profeta se sitúa él mismo en relación con el Mesías que había de venir. La veracidad del testimonio de Juan Bautista con todos sus destellos es lo que llama la atención en este pasaje evangélico.
• En esta atmósfera enrarecida de la comunicación en que vivimos –posverdad, noticias falsas, mentiras patentes de líderes embaucadores, embustes de reality shows, bots en redes sociales– la sola voz veraz de Juan, el Profeta, es un poderoso llamado a ser testigos fieles de Jesús, y también de la verdad de las cosas en nuestra convivencia y comunicación. Porque hay cosas que son como son, no como algunos líderes y mucha gente dicen que son.
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Claves para la homilía – Julián Riquelme
• Contexto – Palestina, año 30: A Jesús, un buscador incansable, le llama la atención que aparezca el profeta Juan, después de 400 años sin profecía. Se hace discípulo de él y se deja bautizar por él. – Jerusalén, año 100: El que murió y está resucitado no sólo es el Mesías, sino también la misma Palabra de Dios, que se ha encarnado.
• Sentido El tema del Evangelio es “La declaración de Juan el Bautista”. El texto se puede dividir así:
• El Bautista como testigo (Jn 1,6-8). La gente, al recibir el bautismo de manos de Juan, lo reconoce como enviado de Dios, acepta su mensaje de esperar al Mesías, y se va formando un movimiento a favor de la vida. El Precursor no es la luz, sino testigo de la luz, es decir, quien se sitúa entre Jesús y los seres humanos: A Cristo, le habla de los problemas de la gente; y a los seres humanos, les señala a Cristo como el único, que puede acabar con la oscuridad en la tierra. - Los seguidores de Jesús son contemplativos, que entregan lo que han meditado a los demás.
• Declaración de Juan ante la comisión investigadora (Jn 1,19-23). Las autoridades religiosas de Jerusalén, más preocupadas de las leyes que de la vida, se inquietan; y envían una comisión investigadora para que interrogue al Bautista. Él es sincero al declarar su identidad: No es la Palabra, sino una voz que grita: "¡Llega la Palabra. Escúchenla!". - Que la Palabra de Dios sea el alma de nuestra vida cristiana.
• Objeción farisea (Jn 1,24-27). La pregunta de estos líderes da pie a Juan para anunciar al Mesías: Él invita a buscarlo, porque ya está en medio de la gente. Su actividad consiste en que todos reconozcan a Jesús como el Señor; y a Quien el Precursor considera como el Esposo de la nueva humanidad. Termina con una localización (Jn 1,28).- Hay que buscar a Jesús en medio de la gente, y atenderlo con justicia, solidaridad y el compartir.
⦁ Károly Kernstok (1873-1940): San Juan Bautista, 1932
Adviento – Lunes iii (aquí)
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