ARTE, POEMAS E IMÁGENES

Cantar la singularidad de cada criatura
— por Gerard Manley Hopkins

As kingfishers catch fire,
dragonflies draw flame…


Cual se incendian, al vuelo,
el martín pescador o la libélula;
cual la piedra que lanzo
por el brocal al pozo, resuena allá en la hondura;
como la cuerda herida
dice su voz; como cada campana,
al voltear, un diferente nombre
proclama a los espacios:
cada mortal, cada mortal criatura
irradia siempre el ser que lleva dentro,
se expresa, obra, distinta:
Yo mismo: yo, anuncia, grita. Canta:
Eso que yo hago soy; para eso vine.

Y digo más: el justo
crea justicia, guarda gracia; gracia
sus pasos todos son. Y representa
ante el ojo de Dios lo que ante el ojo
de Dios él es: sí, representa a Cristo.
Pues, en mil y mil puntos, de mil suertes,
Cristo viviendo está (bello en la carne,
adorables los ojos –no los suyos–)
para el Padre, a través de tanto rasgo
mortal, desde los rostros de los hombres.

 

 

Gerard Manley Hopkins nació en Stratford, Essex, el 28 de julio de 1844, el mayor de ocho hermanos en una familia anglicana. Quiso dedicarse a la pintura y esa mirada plática marcará su poesía. Dos ideas definen su visión: la perspectiva del inscape, palabra inventada por él para designar la singularidad de cada cosa, su expresión dinámica única; y la perspectiva del instress, que designa la forma como el ser más singular de la creación, el ser humano, capta la singularidad de todo los demás seres, y a la vez la fuerza que cohesiona la multitud innumerable de esas realidades únicas. Esta perspectiva se manifiesta en su poesía, dificilísima de traducir, según dicen quienes lo han intentado.

Hopkins vivió fuertes tensiones, que tienen expresión en su poesía. Buscando una realización visible de la unidad de la iglesia, en 1866 se convirtió al catolicismo en el ambiente del movimiento de acercamiento a Roma, uno de cuyos líderes fue John Henry Newman. Dos años después ingresó a la Compañía de Jesús. Pensó que por profesión tenía que renunciar a la poesía, pero sus superiores al fin le pidieron que continuara escribiendo. Durante sus estudios de teología se encontró con la idea de Duns Scoto sobre la singularidad de los seres, la haecceitas, ser-esto-así, como la designó el teólogo medieval, lo cual confirmaba su idea del inscape.

Esa tensión aparece en sus poemas, escritos según una preceptiva inventada por él, a la que llamo sprung rhythm, basado no en la métrica silábica ordinaria, sino en pies de ritmo acentuales que pueden tener una o más sílabas. Hopkins creía que esa forma rítmica reproducía la prosodia de las canciones folclóricas y de la poesía recitada. Alguien dijo que esa preceptiva había sido en el fondo una invención del verso libre a partir de una normativa estricta.

Hopkins no gozó de buena salud. Murió en Dublín el 8 de junio de 1889. La edición póstuma de sus obras se debe a su amigo el poeta Robert Bridges. La traducción magistral del poema As kingfishers catch fire, dragonflies draw flame es de Dámaso Alonso. En él aparece con toda brillantez la singularidad distintiva de cada cosa y cada suceso, querida así por su Creador, y tal como su recreador, el poeta Hopkins, quería reflejarla.

 

Responsable: Francisco Quijano

 

Septiembre 2015