ARTE, POEMAS E IMÁGENES

John Donne: Un sermón y un soneto sobre la muerte


John Donne (1572-1631), poeta y ministro anglicano, predicó en Whitehall Palace, residencia real, un célebre sermón sobre la muerte como un sueño. Al final, unas metáforas evocan ese ámbito en el que despierta quien ha vivido el sueño de la muerte. Un ámbito inimaginable, inefable, descrito en términos apofáticos: no es ni oscuridad ni resplandor, ni ruido ni silencio, ni fines ni comienzos; solo es luz, música, gozo, comunión, eternidad imperturbables. Termina con una imagen: Cristo, por su sangre, es vencedor de la muerte.

De su poesía religiosa, los Holy Sonnets, hay uno, el Décimo, en el que increpa a la muerte. Hay en la red una traducción y uncon comentario de Emiliano Gutiérrez Popoca. Hice una nueva versión con ayuda de la suya. Lo asocio con los grabados de José Guadalupe Posada (aquí).

Este soneto se parece al grabado de La Catrina. La voz que habla en él le habla a ella para decirle: «¿Qué presumes? ¿A qué vienes? ¿A lucir tus encantos y dechados? ¿A dar tu golpe mortal? No podrás, eres sueño. Te conocemos por el sueño. Tú nos lo infundes. Despertamos a vida eterna. Si crees que tu golpe es mortal, eres tú quien está muerta».

El parareado final es clara alusión a dos pasajes bíblicos. Pablo dice: «La muerte fue devorada por la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu agujón?» (I Cor 15, 54-55). En el Apócalipsis leemos: «Esta es la morada de Dios entre los hombres: habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y Dios-con-ellos será su Dios. Les secará las lágrimas de los ojos. No habrá ya muerte ni pena ni llanto ni dolor. Todo lo antiguo habrá pasado» (Ap 21,3-4).

Rehice la versión de Gutiérrez Popoca para ajustar los pentámetros del inglés a versos alejandrinos. En la retórica conceptuosa del poema, hay retruécanos que suenan como huesos de calacas bailarinas. Este soneto es una caricatura de la muerte. Por eso está ahí José Guadalupe Posada, cosa inimaginable para John Donne. [F. Q.]

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«Para quienes han dormido en Cristo, como lo dijo Él de Lázaro –“Lázaro duerme, pero voy para despertarlo"– dirá a su Padre: “Déjame ir a despertar a los que han dormido por largo tiempo esperando mi venida”. Y a quienes duermen en Jesucristo –dice el apóstol– Dios los llevará consigo; no los sacará del polvo cuando Él venga, sino que los llevará consigo, es decir, declarará que han estado en sus manos desde que salieron de este mundo.

«Despertarán como lo hizo Jacob, y dirán como dijo Jacob: “En verdad, el Señor está en este lugar, esta es la casa de Dios y la puerta del cielo”. Y por esa puerta entrarán, y en esa casa habitarán, allí donde no habrá nubes ni sol, ni oscuridad ni resplandor, sino una sola luz imperturbable; ningún ruido ni silencio, sino una sola música imperturbable; ningún miedo ni esperanza, sino un solo gozo imperturbable; donde no habrá enemigos ni amigos, sino una sola comunión e identidad imperturbable; no habrá fines ni comienzos, sino una sola eternidad imperturbable.

«Guárdanos, Señor, despiertos en los deberes de nuestra vocación, para que podamos así dormir en tu paz, y despertar en tu gloria; transforma esta promesa infalible que ahora nos brindas en el gozo real sin fin de ese reino que tu Hijo, nuestro Salvador, Cristo Jesús, nos ha comprado con el precio inestimable de su sangre incorruptible. Amén».

   • O
 

Muerte, no seas altiva. Temible te han llamado
y poderosa algunos; mas no, tú no eres tal;
que si piensas llevarnos en un rapto mortal,
no podrás, ni conmigo consumar tu dechado.

Si el reposo y el sueño te replican en calma,
cuánto más abundantes tus placeres fluirán,
hacia ti tantos grandes con premura andarán
a reposar sus huesos y a libertad de su alma.

Del destino, de angustias y de reyes cautiva,
tu morada es ponzoña, enfermedad y guerra;
amapolas y encantos –sueño que nos aferra–
mejor son que tu golpe, ¿de qué te haces altiva?

Tras un sueño fugaz, vida eterna despierta,
muerte no habrá ya más: muerte, tú estarás muerta.

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Death be not proud, though some have called thee / Mighty and dreadfull, for, thou art not soe, / For, those, whom thou think’st, thou dost overthrow, / Die not, poor death, nor yet canst thou kill mee. // From rest and sleep, which but thy pictures bee, / Much pleasure, then from thee, much more must flow, / And soonest our best men with thee doe goe, / Rest of their bones, and soules delivery. // Thou art slave to Fate, Chance, kings, and desperate men, / And dost with poyson, warre, and sicknesse dwell, / And poppie, or charmes can make us sleepe as well, / And better than thy stroake; why swell’st thou then? // One short sleepe past, wee wake eternally, / And death shall be no more; death, thou shalt die.