Evangelio de San Mateo 6,7-15
• Cuando rezamos «Padre Nuestro» no tenemos en cuenta el contexto en que lo presenta Mateo, que es algo así como el campo magnético o la sintonía acústica de la oración.
• ¿Qué campo, qué sintonía? Son dos polos: Dios que nos envuelve en su amor providente y el prójimo con quienes hemos de vivir reconciliados.
• «El Padre que está en el cielo sabe lo que necesitan antes de que se lo pidan». Dios nos tiene envueltos en su providencia: pedir a Dios lo que necesitamos es recordar nosotros que Él siempre lo ha sabido.
• Somos nosotros quienes nos ponemos en la misma longitud de onda o sintonía con Dios, porque Él siempre ha estado en sintonía con nosotros.
• Como dijo san Pablo en el Areópago de Atenas: «En Él vivimos, nos movemos y existimos». Orar es entrar en el campo magnético de Dios.
• Estas ondas magnéticas y acústicas envuelven al prójimo: «Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos...». Jesús añade: «Si perdonan a los demás las ofensas, su Padre del cielo los perdonará».
• El otro polo de la oración es ponerse en sintonía con el prójimo: perdonar, ser perdonado. Perdonar, cuando se es víctima de alguna ofensa, es una sanación dolorosa de heridas padecidas. Una mediación para sanar es orar: «Padre, yo perdono las ofensas del prójimo como tú perdonas las mías».
• Pedir perdón, cuando se ha ofendido al prójimo, es ponernos en sus manos para que él nos sane. Pedir perdón a quien ofendemos es muy difícil: «Perdóname como el Padre nos perdona a ti y a mí».
• Este es el ambiente espiritual de la oración: «Padre nuestro que estás en el cielo». Nos ponernos en sus manos y en las manos del prójimo para sanar nuestro corazón.
• Santa Teresa de Jesús nos invita a rezar el «Padre nuestro» con un comentario que escribió para sus hermanas monjas. (aquí)
Lectura: Isaías 55,10-11
• La imagen de la lluvia que empapa la tierra, la evocación del orden de la naturaleza que hace germinar las semillas, la sensibilidad actual acerca de la ecología, el cuidado que hemos de tener de la madre tierra, todo ello es metáfora de la providencia divina.
• La palabra de Dios es la forma más explícita de su providencia para con nosotros seres humanos. Por la palabra expresamos nuestra condición de «animales que usan la palabra» (Aristóteles) para convivir y comunicarse. Dios nos habla de esa manera: Él, que se nos ha manifestado como «Palabra hecha carne».
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Reflexión: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Los maestros acostumbran a enseñar a los discípulos a rezar, y en esa oración les entregan el resumen y el sentido de sus enseñanzas. - Antioquía (Siria), año 80: El Padre sabe de antemano lo que necesitamos; por eso, en nuestra oración, más que hablar y pedir hemos de disponernos a recibir los dones que necesitamos para nuestra maduración (Mt 6,7-8).
• Sentido El Evangelio contiene “el Padrenuestro”. En el texto se pueden distinguir tres tipos de relaciones:
• Relación con el Absoluto (6,9b). Padre nuestro, que estás en el cielo: Abba (hebreo) = papá, en un vocativo con cariño, que se relaciona con la fuente de la Amistad y del Amor. “Nuestro”: sentido de grupo familiar o comunitario. “Cielo”: No el astronómico, sino la dimensión más alta, que concentra una cualidad positiva en grado eminente, en este caso, el señorío de Dios.
• Relación consigo mismo (6,9c-10). Santificado sea tu Nombre: “Santificar” = que yo te rinda culto desde mi interior, junto con toda la creación y el universo. “Nombre” = persona. Venga a nosotros tu Reino: “Venir” = que llegue a cada uno de nosotros no por mérito nuestro, sino por pura Amistad y Amor tuyos. “Reino de Dios” = que a partir de cada uno de nosotros seas rey de todos. Hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo: “Voluntad de Dios” = se refiere a acontecimientos más concretos, que se relacionan con la voluntad de cada ser humano y con el tejido vivo de la totalidad.
• Relación con los demás (6,11-13). Danos hoy nuestro pan de cada día: “pan” = alimento hecho de harina; también el trabajo, el sentido de la vida; además, Jesús, el Evangelio, la Palabra de Dios, las eucaristías, el amor, la fraternidad. Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden: “Perdonar” = permitir que alguien camine hacia su meta de crecimiento; ir superando rencores y culpabilidades; restablecer una relación rota entre dos personas a causa de una ofensa. No nos dejes caer en la tentación: “tentación” = prueba, trampa, impedimento, obstáculo en el caminar tras las huellas de Jesús, esto es, en el seguimiento de Cristo. Mas líbranos del mal: “mal o maligno” = no es una realidad personal sino simbólica, que se opone al crecimiento de cada ser humano y al Mesianismo de Jesús en la tierra.
Cuaresma I: Miércoles (aquí)
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