Evangelio de San Lucas 11,29-32
• El reclamo de la gente a Jesús por una señal se encuentra en Marcos, Mateo y Lucas. En Marcos, Jesús se niega rotundamente a darla. En Mateo, se alude a la señal de Jonás por lo portentoso y legendario: el profeta es tragado por un pez y arrojado vivo en la playa.
• En Lucas, el signo de Jonás refiere al sentido original de la leyenda, que fue compuesta para enseñar a los judíos que regresaron del exilio a no encerrarse en un gueto, sino abrir mente y corazón a los demás pueblos: «Como Jonás fue una señal para los ninivitas, el Hijo del hombre lo será para esta generación».
• En otros tiempos, la reina del sur escuchó la sabiduría de Salomón y un pueblo lejano la predicación de Jonás, dos personajes legendarios de la religión judía. Así fue como ella y los ninivitas llegaron participar en los designios de Dios.
• La señal ahora es Jesús mismo, su mensaje del Reinado de Dios, su acción de acoger a justos y pecadores: «Aquí hay alguien mayor que Salomón» «Aquí hay alguien mayor que Jonás».
• A quienes le piden señales espectaculares, Jesús hace ver que esa señal es escuchar su mensaje, aceptarlo a él, aceptar a otras personas, salir de la clausura del gueto.
• Jesús ya les había dado todas esas señales. Y también la de sanar al endemoniado del viernes pasado, pero ellos la torcieron atribuyéndola al poder a Belzebul. Por eso, no quiso darles otra señal.
Lectura: Gálatas 4,22-27.31-5,1
La afirmación central de la Carta a los Gálatas es esta: «Para ser libres nos ha liberado Cristo». Este escrito puede ser designado como la «Carta Magna de la Libertad Cristiana».
Las dos cuestiones que suscita esta Carta son estas: Si Cristo me ha liberado, ¿qué debo hacer para conservar esa libertad? Si ya soy libre, ¿qué debo hacer para practicar mi libertad?
Pablo responde a la primera pregunta haciendo ver a los gálatas que se han dejado seducir para recaer en la esclavitud de la ley. A la segunda responde más adelante en el mismo capítulo (5,22-26).
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Reflexión: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: La multitud, influenciada por los fariseos y escribas, pide a Jesús que les haga ver un signo que pruebe que Él es el Mesías. - Grecia, año 80: El principal signo que los discípulos han de testimoniar es la muerte de Jesús, pero interpretado desde la fe en la resurrección.
• Reflexión El Evangelio contiene “El signo de Jonás y la Reina de Saba”. En el texto se pueden distinguir tres partes:
• Petición (11,29ª). La gente se apiña alrededor de Jesús, pero está influenciada por los escribas y fariseos: buscan que el Nazareno se haga reconocer como Mesías por signos más espectaculares; esto supone que ellos no creen en las señales y en los milagros que estaba haciendo; miran lo que el Nazareno dice y hace como faltos de respaldo divino: no creen en un Dios encarnado (Lc 4,9-12). Lección: En la vida y en el ministerio de Jesús se pueden discernir los caracteres definitivos del proyecto de amor y misericordia de Dios para los seres humanos.
• Respuesta (11,29b-30). El Nazareno rechaza de plano la petición de los israelitas de entonces. Son pasivos ante el influjo de sus jefes, al aceptar la doctrina de ellos (7,31-32); así el pueblo se ha transformado en “generación malvada”, es decir, en enemiga de Dios (6,45b). “No le será dado otro signo que el de Jonás”: Dios mismo no les dará la señal; este signo la dará el sentido de la relación entre el encierro del profeta Jonás en el vientre de la ballena (Jon 2,1) y el hundimiento de Jesús en la muerte a la que sigue su resurrección. Moraleja: “Esta generación” es doblemente culpable; no ha comprendido el sentido del amor y la misericordia de Dios Padre por todos, contenido en el signo de Jonás y en el signo de Cristo-Jesús.
• Cambios (11,31-32). Privados de los signos que piden, los judíos no cambian: siguen en su actitud cerrada al mesianismo del Nazareno. El Antiguo Testamento da cuenta de que la reina del Sur, siendo extranjera y pagana, vino a escuchar la sabiduría de Salomón (1 Re 10,1ss); además, narra que Nínive, siendo una ciudad pagana, hizo caso a la predicación del profeta Jonás y se arrepintió (Jon 3,5-10). Los israelitas del tiempo de Jesús están ciegos, porque “aquí hay Alguien que es más que Salomón” y “aquí hay Alguien que es más que Jonás”: Jesús es el Mesías, y, por tanto, es un rey mucho más sabio que Salomón (cf. Mt 2,1-12: 12,6) y un profeta muy superior a Jonás. A quienes no buscan una fraternidad universal les cuesta descubrir el mesianismo de Jesús, porque se presenta con sencillez de vida y optando por la muerte de cruz. Mensaje: Quienes están encerrados en el individualismo o en un nacionalismo y no aceptan a los extranjeros, no pueden soportar que Jesús sea el Mesías del Dios vivo.
Semana XXVIII: Martes (aquí)
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