Evangelio de San Lucas 11,37-41
• Entre la controversia de ayer y la cena de hoy en casa del fariseo, hay unos dichos de Jesús que irradian luz sobre estos dos episodios y los ayes que vienen después. Luz, claridad, transparencia, diafanidad, nitidez, veracidad (Lc 11,33-36).
• «La lámpara de tu cuerpo es tu ojo: si tu ojo está sano, todo tu cuerpo está lleno de luz» «Mira que la luz que hay en ti no se vuelva oscuridad» «Si tu cuerpo está luminoso, será como lámpara que te ilumina con su fulgor».
• El fariseo que ve comer a Jesús sin lavarse las manos y se extraña, cree que su mirada es diáfana porque cumple las reglas de purificación, pero su ojo no está sano porque abusa del prójimo.
• Jesús lo increpa severamente, a él y a quienes piensan como él: «Ustedes los fariseos limpian por fuera la copa y el plato, pero por dentro están llenos de robos y malicia».
• Una distorsión particularmente grave de la personalidad y de la conducta es la impostura. El Diccionario de la Real Academia define: «Impostor es quien finge o engaña con apariencia de verdad». Sinónimo: «Suplantador, la persona que se hace pasar por quien no es».
• Cuando esto ocurre, no en escala familiar o vecinal, sino a gran escala social, de modo que muchísima gente es embaucada y engañada por un impostor, la corrupción se instala en la sociedad de tal manera que es muy difícil de corregir.
• Aunque mucha gente no lo considere así, en México vivimos en la opacidad del fraude a la nación, bajo el embuste de una transformación que no lo es y sometidos al mando de un impostor que se hizo pasar como benefactor. Opacidad, embuste, impostura: tres formas de corrupción institucional.
• Develar esta distorsión de la mirada, del pensamiento y de los afectos es el comienzo de un itinerario del espíritu para liberarse de la ceguera de la inteligencia y de la dureza del corazón que llevan a la impostura de orden moral: «Den como limosna lo que tienen y todo será puro». Eso, ser puro no es presumir de pureza, es vivir en la luz y la trasparencia.
Lectura: Romanos 1,16-25
• San Pablo afirma al comienzo la tesis fundamental de su pensamiento: «El Evangelio nos manifiesta la justicia de Dios que libera exclusivamente por la fe».
• Después describe, con rasgos crudos, la decadencia del mundo pagano: Como cambiaron la verdad de Dios por la mentira, veneraron y adoraron a la criatura en vez del Creador. Vendrá luego la descripción del mundo judío sometido a la esclavitud de la ley. Hecho lo cual, san Pablo va a desplegar su argumentación a favor de la fe en Cristo.
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Reflexión: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: El antiguo gesto de lavarse las manos, nacido probablemente en alguna pandemia, el judaísmo lo ritualiza y lo impone como Ley. De este modo lo fosiliza. - Grecia, año 80: La impureza no procede de ninguna incorrección ritual, sino de una actitud interna: lo que mancha es lo de dentro, la maldad que surge del corazón y que convierte a un individuo en un injusto respecto de los otros seres humanos (cf. Mc 7,15).
• Reflexión El Evangelio contiene una “enseñanza contra el ritualismo de los fariseos”. En el texto se pueden distinguir tres partes:
• Invitación aceptada (11,37). Era costumbre en ese entonces que algunos fariseos convidaran a algún maestro a compartir la mesa en su hogar; por eso, cuando Jesús termina de hablar, un fariseo lo invita a comer a su casa. El Nazareno, que no hace acepción de personas, responde afirmativamente, se dirige donde esa familia y se pone a la mesa. Lección: Cristo manifiesta la amistad y el amor del Padre a todos por igual.
• Extrañeza del anfitrión (11,38). El dueño de casa se sorprende porque Jesús no se lava las manos antes de comer, según la usanza judía basada en la doctrina de lo puro y lo impuro, que practican los fariseos y los escribas. El Nazareno sabe que todos esos usos y costumbres, elevados a la categoría de Ley son solo preceptos humanos y no de Dios (cf. Mc 7,6-7; Is 29,13-14). Moraleja: Para Cristo la amistad y el amor al prójimo valen más que el cumplimiento de las leyes humanas.
• Enseñanza (11,39-41). Lo que hay que limpiar es lo que está dentro del ser humano, el pensamiento y el corazón, donde la maldad anida. La amonestación de Jesús distingue lo externo y lo interno, pero no los separa, pues Dios Padre es el único Creador de ambos aspectos. Esta denuncia involucra también las acciones y prácticas religiosas. Quiere desenmascarar el “fundamentalismo” fariseo, que se preocupa más por la observancia externa de las reglas y menos por la vivencia interna, por el cambio del corazón de la persona. Mensaje: Dejemos que sea el Espíritu Santo quien nos mueva, desde lo más íntimo, para que nuestro obrar sea justo y gratuito como el de nuevos buenos samaritanos.
Semana XXVIII: Miércoles (aquí)
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