Evangelio de San Mateo 11,28-30
• El Evangelio de hoy está trunco. Antes del llamado de Jesús para que se acerquen a él quienes están cansados y agobiados, está la alabanza al Padre que nace de lo profundo de su corazón: «¡Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra!» (Mt 11,25-30).
• Jesús alaba al Padre con ocasión de la revelación de sus misterios a la gente sencilla, no a los sabios y entendidos. Estos misterios son la vida misma del Padre, de quien Jesús dice que solo él y su Padre se conocen mutuamente.
• Jesús quiere que se alleguen a él quienes se sienten cansados y agobiados, quienes han sido despojados de su humanidad, quienes no pueden vivir su humanidad cabalmente, para que entren en el misterio de la vida íntima de Dios.
• Con su enseñanza y por la forma como acoge a la gente, Jesús comunica el conocimiento que tiene del Padre: «Nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo quiera revelárselo».
• El fragmento evangélico de hoy está dicho especialmente para quienes están cansados, agobiados, angustiados, afligidos por las desgracias que nos aquejan como humanos.
• Jesús dice: «Carguen con mi yugo... porque mi yugo es suave y mi carga ligera». ¿Cómo podemos cargar con todo lo que nos agobia?
• Como lo hicieron los amigos del paralítico: soportando nuestras cargas mutuamente. Dice san Pablo: «Ayúdense mutuamente a llevar las cargas y así cumplirán la ley de Cristo» (Gálatas 6,2).
• En nuestros países, Nicaragua, El Salvador, México, Chile… otros, nos agobian dictaduras, crímenes, violencia, emigraciones, despojos. Esta llamada de Jesús a descansar en él, sobrecargándolo con nuestro yugo, es para que nosotros libres de ese yugo pesado, tomemos el suyo ligero de amor, solidaridad y compromiso con los demás y con nuestros países.
Lectura: Isaías 40,25-31
• Este pasaje es una invitación a reflexionar: ¿Quién es Dios? ¿Qué hace por sus criaturas?, ¿Cómo nos trata a los humanos? Por la admiración ante el universo, se nos invita a contemplar a su Creador: «Él sana los corazones destrozados / y venda las heridas. // Cuenta el número de las estrellas, / llama a cada una por su nombre» (Salmo 147,3-4).
• Una experiencia frecuente hace sentir que Dios nos olvida y no cuida de sus criaturas humanas. Debería ser motivo para recapacitar en la presencia y la inteligencia de Dios: «Él da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido».
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Reflexión: Julián Riquelme
• Contexto - Palestina, año 30: Los habitantes de Corazaín, Betsaida y Cafarnaúm no aceptan el mensaje del Reinado de Dios, que Jesús comunica, porque los escribas y los fariseos oprimen a los sencillos con su interpretación de la Ley de Moisés (613 mandamientos). - Antioquía (Siria), año 80: La Ley de Moisés no hay que interpretarla para oprimir, sino para liberar, porque una de las principales tareas de Jesús fue liberar a los seres humanos de todas las esclavitudes, haciéndonos hijos de Dios.
• Sentido El Evangelio describe la "Invitación a relacionarnos con Jesús”:
• Invitación (11,28). Cristo, Sabiduría de Dios, convoca a los afligidos y agobiados por las leyes y “tradiciones humanas”, a tomar el “amor a los otros” como lo más importante de la vida (cf. Si 6,19-28; 51,23-27). Enseñanza: Encontrarse con la persona de Jesús es sumergirse en la Sabiduría de Dios.
• Yugo (11,29). La imagen del “yugo” se aplicaba a la Ley, que, tal como la imponían los fariseos, era insoportable. Moraleja: La humildad y la sencillez permiten experimentar mejor el Reinado de Dios.
• Evangelio (11,30). Por su parte, Jesús propone un “yugo” para desplegar todas las posibilidades de plenitud de cada ser humano. Mensaje: Cuando la gente se acerca al Evangelio y lo relaciona con la vida, las limitaciones permiten avanzar en el camino hacia una meta, que está más allá de lo que imaginamos.
Nuestra Señora de Guadalupe (aquí)
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